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El niño de María
Padre Javier Leoz
En cierta ocasión un explorador de tesoros
llevaba consigo a un grupo de alumnos. Cuando llegaron a lo más alto de una
colina, y guiados por el maestro, se pusieron a excavar en busca de un
pequeño tesoro.
Después de varias jornadas, con trabajo y fatiga, dieron con un gran cofre
de un valor incalculable y ante el que los alumnos, hicieron gran alboroto:
lo sacaron, lo limpiaron y se quedaron admirándolo. El explorador no se
encontraba, en ese momento, en el campamento.
Cuando llegó, les preguntó: ¿Por qué os quedáis contemplando el baul? ¿Por
qué tanta vuelta y tantos gritos? ¿No os dais cuenta que, el tesoro
auténtico está dentro? Y, ayudados por el explorador, abrieron el cofre. En
su interior había una perla gigantesca y de gran valor.
*Nosotros somos esos alumnos. Venimos, en este mes de mayo, para explorar
las minas de Santa María.
*No podemos conformarnos con contemplarla por fuera.
*No es suficiente hacer fiesta en torno a la Madre y no ir mas al fondo.
¿Qué tiene María en sus brazos? ¿Qué gime en el seno de María? ¿Qué tesoro
encierra cada advocación mariana? ¿Qué encierra el cofre -cerrado y abierto
a la vez- del corazón de la Virgen María? ¡El Niño! ¡El gran tesoro de Dios
que es el Niño!
Dios puso a María como un cofre en medio de la gran colina del mundo, para
que, después de nueve meses y al abrirse en Belén, el mundo se enriqueciera
con el don de la paz y del amor, con el oro de la humanidad de Dios y la
plata de su sonrisa.
Sí, amigos; María es esa caja siempre llena de sorpresas que nos ayuda a
revitalizar nuestra fe en Jesús muerto y resucitado.
No nos conformemos con dar vueltas en torno a la Virgen, con dejar unas
flores a los pies de su imagen, con unos piropos más o menos acompasados y
entonados. Eso, sería poco y superficial.
El mayor y mejor homenaje que podemos hacer a nuestra Virgen (Patrona,
etc.,) es descubrir el tesoro que lleva en sus manos, que contiene su
corazón, que hace grande sus entrañas: JESUCRISTO.
Ella, como buena exploradora y ayudando a la Iglesia, nos ayudará a
descubrirlo.
Dejamos ante el altar, representando estos sentimientos, una piqueta. Que
María nos ayude a descubrir la presencia del Señor.
Fuente:
autorescatolicos.org
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