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Orar con María, Orar a María
María, signo de contradicción
Fray Martín Irure, ofmcap.
Ambientación
El camino de María es el mismo camino de su Hijo Jesús. Las dos
vidas están íntimamente relacionadas. María es la discípula con la actitud
fundamental ante la voluntad del Padre. Esta entrega generosa les llevará a
ambos hasta la prueba suprema: la cruz para el Hijo y el dolor intenso para
la Madre. La contradicción permanente oscurecerá los caminos de la fe de la
Madre y del Hijo.
Lectura de la Palabra (Lc 2, 34-35)
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
- Mira, este niño hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo
de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así
quedarán al descubierto las intenciones de muchos.
Reflexión
Los relatos luminosos de la Anunciación, la Visitación y el Nacimiento, se
tiñen de tristeza.
En esta escena de la Presentación de Jesús en el templo,
las palabras del anciano Simeón se clavan hondamente en el corazón de la
Madre.
La espada de la contradicción no se retirará de su vida.
Y llegará hasta lo imposible en la muerte del Hijo, en el Calvario.
El proyecto de Dios se irá realizando en la incomprensión y en el dolor.
La contrariedad y contradicción vendrán de todos lados.
Acompañarán siempre y juntamente a Madre e Hijo.
Cristo, Palabra viva y eficaz, será el revelador de los pensamientos más
profundos.
Es la espada que también atravesará el corazón de la Madre, para revelar su
intimidad,
disponible siempre para Dios.
Revisión de vida
- ¿Cómo reaccionamos ante las contrariedades de la vida? ¿Las asumimos?
¿Luchamos contra ellas? ¿Nos dejamos doblegar por ellas?
- ¿La fe nos lleva a superar las dificultades?
- ¿Cómo orientamos los problemas, los de mi familia, los de la sociedad a la
luz de la fe?
Oremos al Señor
Escúchanos, Padre...
- Para que como María confiemos siempre en el amor que el Padre nos tiene.
Oremos
- Para que como María asumamos con fe y esperanza los problemas. Oremos
- Para que como María nos dejemos confrontar por la luz de la Palabra.
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo
otorgas una protección celestial a cuantos la invocan,
concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la
esperanza y
constancia en el amor.
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