|
María y una pregunta de Jesús…
María Susana Ratero
Madre, en la Misa de hoy se ha leído una
parte del Evangelio que mucho me cuesta comprender… y me quedo mirando tu
imagen, buscando en ti las palabras que no hallo.
Más, Tu siempre eres respuesta a tus hijos cuando la búsqueda es sincera,
llena de amor y confianza..
- Ven, hija- y te sigo… ya se hace costumbre al alma el seguirte, porque
siempre tu compañía me deja mejor trazado el camino hacia Tu Hijo…
Llegamos a Cafarnaúm. Jesús está en casa. Se ha juntado tanta gente que ni
siquiera puede comer.
Nos acercamos sin entrar. Nos quedamos junto a la puerta. Allí también se
hallan los primos de Jesús (la palabra "hermano", en hebreo, abarca a los
primos y parientes)
La gente reparó en ti. Es que tu presencia jamás pasa inadvertida para tus
hijos.
La Llena de Gracia, la que ganó por humildad los más grandes regalos de amor
del Padre.
La Llena de gracia y en la puerta… esperando, sin hacer ostentación de tus
privilegios de Madre.
Y Jesús te ve… y saca de tu presencia una profunda enseñanza…
Le dice la gente "Tu Madre y tus hermanos te buscan, ahí afuera"
La escena es clara, la distancia prudente…
Y Jesús nos habla entonces acerca de ti…
- ¿Quién es mi Madre?- Y sus ojos brillan de manera especial… como haciendo
eco a esta pregunta, como diciendo:
- ¿Sabéis vosotros quién es, realmente, esa simple mujer que todos conocen?
¿Sabéis acaso que Ella está en el Corazón del Padre desde antes de la
Creación del mundo? ¿Sabéis que sólo en Ella hallé mi complacencia para
venir del Padre hasta vosotros? ¿Conocéis que los días que habité en su
purísimo vientre fueron los más serenos, los más parecidos a la Mansión del
Padre de donde venía?
- ¿Quién es mi Madre?-repite tu Hijo, María, y veo tu mirada baja, humilde,
sencilla…
Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, sentados esperando una
palabra, un camino… si, Tu Hijo, Madre, les habla a los que se acercan a El
y allí se quedan, en espera, Tu Hijo les muestra el camino. El camino que Tú
has recorrido…
- Pues, la que hizo la Voluntad de mi Padre (y Jesús volvió a escuchar en su
Corazón tus palabras de la Anunciación "Hágase en mi Su Voluntad") y si
queréis ser realmente mi hermano, mi hermana y mi madre, debéis haceros, en
vuestro corazón, hijos de esta Madre…
Extiendes tu Mano, Madrecita, buscando la mía, como siempre, como cada día
aún cuando no lo noto, más aún cuando te creo ausente…
Miro a Jesús a los ojos y mi corazón susurra un "gracias" tembloroso y
emocionado, un silencioso "gracias"" que Jesús escucha en las profundidades
de mi alma…
Y me dejo llevar por Ti, María, para aprender, en Tu Corazón, el camino de
la Voluntad del Padre…
Amiga mía, amigo mío que lees estas líneas. María tiende hacia ti su Mano.
Tómala confiado, que Ella te llevará por un camino corto, perfecto, fácil y
seguro, donde Jesús te espera para decirte "hermana mía, hermano mío"
Fuente: autorescatolicos.org
|
|