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María adelanta la hora de Jesús
Josep Lluis Socías Bruguera
En el Evangelio de san
Juan (2,1-11), leemos la conocida perícopa de las Bodas de Caná, en donde
Jesús hizo su primer milagro. Nos cuenta el narrador que María estaba
invitada a la boda. También Jesús y sus discípulos asistieron a ella.
Podemos hacer -como decía san Ignacio de Loyola- como si presentes nos
hallásemos y contemplar esta escena de Caná: Una boda al estilo judío que
duraba varios días y con mucha gente, invitados y amigos de éstos...,como
eran los apóstoles. No es de extrañar que se les acabara el vino.
María se acerca a Jesús: No tienen vino (¡qué primer plano ese hablarse al
oído, captaría aquí un director de cine!).
Y luego esta especie de tensión: Mujer, no ha llegado mi hora. Y sin una
palabra más -ni de María a Jesús, ni de Éste a ella- comienza lo
sorprendente de la escena: «Haced lo que Él os diga» de su Madre.
María así, tan sencillamente, adelanta la hora de Jesús. Ahí comenzó la hora
de Jesús, de proclamar el Reino de Dios con signos y con fiesta.
Ya casi al final de los Evangelios, María cuando todos los Apóstoles y
discípulos estaban sumidos en la desesperanza, María -segura de ser
escuchada- volvería a decir a su Hijo, aunque muerto: «No tienen esperanza».
Y de nuevo adelantó la hora. Jesús había predicho que a los tres días
resucitaría. Murió el viernes en la tarde. Podríamos pensar que no
resucitaría hasta la tarde del lunes. Pero no. Se adelantó lo máximo posible
sin dejar de respetar la profecía de los tres días. Contó ya como primero,
el viernes. El segundo el sábado y nada más despuntar el alba del tercero,
cuando salen las santas mujeres hacia el sepulcro ¡ya Resucitó! María, con
su misteriosa intercesión, adelantó la hora de la Pascua todo lo que era
posible.
Fuente:
claraesperanza.trimilenio.net
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