El primer dolor de María y José

María Susana Ratero

 

El domingo te recordábamos, María, como Nuestra Señora de los Dolores.... Después del sermón de la misa me quedo pensando en tu corazón herido... cuéntame, Señora, de tus dolores del Rosario... cierro los ojos y tu imagen se queda en mis pupilas, pienso en el primero, háblame de tu primer dolor.... 
-Pues...de hecho no es el primero del Rosario 
-Si te hace mal... no, deja, María... deja para otro día... 
-No, quiero contarte... para que comprendas....volvamos a Air Karim, donde quedamos la última vez ¿recuerdas?... 
Cómo olvidar cada momento contigo.... Te sigo y veo como te despides de Isabel, un abrazo... otro, como queriendo detener el tiempo.... el griterío de la gente que pasa te da la señal definitiva... debes partir, te sigo... Nos mezclamos las dos entre la gente, tu prima y su familia te saludan y te recomiendan no te alejes... eres su responsabilidad hasta Nazaret.... 
Comenzamos la caminata, lenta, ardua, bajo el sol del desierto.....Vas silenciosa, pensativa, casi preocupada... 
-¿Todo bien?- y mi pregunta desentona, es muy occcidental, muy del siglo 21.... 
-No, amiga mía, no está todo bien... deberías saberlo.....Nazaret está mas cerca cada minuto..., mi hijo mas evidente, y José que me espera para la boda sin saber de esto ni una palabra... 
-¿Se lo dirás?... 
-¿Como hacerlo?.... Voy a su casa, así como así y le digo.."José, amor mío, el Mesías esperado late en mi vientre hace cuatro meses por obra del Espíritu Santo..."Tú, ¿Cómo crees que reaccionará?... No lo digas.... 
Callé, tenía razón... ¿quién iba a creer su historia?... Sólo Dios podía sacarla de este trance... y realmente no le quedaba mucho tiempo para decidirse... 
En el viaje hablaste poco... muchas veces te sorprendí acariciando tu vientre pequeño pero evidente, a escondidas.... una tarde mientras el sol caía y cada uno de los viajeros sólo se preocupaba de organizarse para la noche, te alejaste silenciosamente tras un grupo de animales que habían quedado al costado del campamento...pensé en Belén... te seguí en silencio.... 
-¡Hola, mi amor!.. -decías suavemente mientras acariciabas tu panza de mamita joven- ¿como estamos hoy?... un poco inquieto ¿verdad?... calma... mi precioso hijo, calma... todo esta bien... solo quería recordarte que te amo, que te amaré siempre... pase lo que pase, jamás dudes de mi amor...- y gruesas lágrimas rodaban por tus mejillas... Me acerqué lentamente, y te abracé, pequeña, tan frágil y tan fuerte, tan niña y tan mujer..... 
Volvimos al campamento.... y nos acostamos a dormir... 
Me despertaste un poco antes del amanecer, te sentías mal.... 
-Creo que vomitaré otra vez, este viaje no termina nunca... vomitaste sin hacer ruido, y la arena del desierto escondió tu secreto... 
Nazaret se dibujaba lentamente en el horizonte... faltaba poco... los sonidos de la caravana formaban una extraña melodía... paso a paso íbamos llegando las dos... cansadas, llenas de polvo, con la incertidumbre en el alma sabiendo que la vida de la mujer que portaba la salvación de los hombres dependía, paradójicamente, del amor y la confianza de un sencillo carpintero... los extremos de Dios... que incomprensibles nos resultan los extremos de Dios.... 
Llegamos a tu casa, allí te esperaba la cuñada de José, pues tu madre estaba un poco enferma... 
-¡María!, que alegría volver a verte... ¿Como ha sido tu viaje? 
-Bueno, sí, realmente muy bueno... estoy cansada...¿Me disculpas? 
Sí, claro, ve a dejar tus cosas que te preparo algo de comer...¡Me olvidaba! José viene enseguida, pues quería hablar contigo sobre la boda... ¡Espero sea pronto!- comentó entusiasmada la mujer que sentía por la joven sincero afecto... 
En un rincón de la casa acomodaste tu sencillo equipaje. Al terminar me miraste directo a los ojos... y tu mirada, traspasada de dolor, me llegó al alma... Hubiese querido ir corriendo a la casa de José y decirle quien era él en la historia de la humanidad, aunque me hubiesen matado luego por desquiciada... pero estoy aprendiendo de ti, María, y me quedo en silencio a tu lado... 
-¡María!- la voz de tu futura pariente nos sobresaltó- José está aquí.... 
Había llegado el momento decisivo... Partiste caminando lentamente tratando, a duras penas, de ocultar tu vientre... 
José estaba en el patio de la casa, un hombre mas bien alto, de ojos oscuros y mirada serena, sus facciones eran simples y tranquilas, el rostro de un hombre trabajador y honesto... José tenía el rostro de todos los trabajadores del mundo... 
Miró a su prometida con amor infinito. María se acercó a él, y le saludó... en ese momento el hombre reparó en el estado de ella y la miró a los ojos... nada dijo, pero alcancé a ver cómo se le humedecía la mirada... Sé que hubiese querido preguntarle porqué, quién ... ¿Es que ya no me amas, María?... mas nada dijo... Se despidió y se retiró en silencio... 
Me quedé a tu lado y murmuraste... "Ve con él, por favor, ve con él".... 
-Pero, Señora mía, no puedo dejarte sola, tienes desgarrada el alma.... 
-¡Pero yo tengo a mi hijo aquí! ¿Es que no comprendes? ¡José está solo y está mal! Sólo Dios sabe qué pensamientos se le cruzan por la cabeza... 
La pregunta era inevitable... 
-¿Temes por ti? 
Y la respuesta , sólo digna de ella... 
-No, temo por él... 
Ambas sabíamos que si José te denunciaba por tu traición (¿qué otra cosa podía pensar?) serías apedreada hasta morir, en la plaza pública... aún así, temías por él... 
Te obedecí y fui corriendo tras José, quien no podía verme... El pobre hombre salió del poblado y se dirigió a un pequeño monte... Allí entre la soledad de los árboles, dio rienda suelta a su dolor... 
-¡Oh Dios todopoderoso!- gritó mientras caía de rodillas- ¡Qué terrible angustia ha caído sobre mi alma...! María, mi dulce María está... está.... embarazada- y la palabra le destrozó el alma y lloró con ese llanto desgarrador que brota de las entrañas de un hombre justo-... Señor... ¿qué hago?... Algo... algo... muy dentro de mí me dice que no debo dudar por... ¿Pero cómo? ¿Cómo, Señor, si la realidad es cruel y me grita una traición que no comprendo?... Si la repudio, Señor y sabes que es mi derecho,... si la repudio la matarán... a ella y .. y a su hijo- José estaba al borde de la desesperación, pues el amor que sentía por María podía pasar la barrera del despecho humano- ¿Cómo impedir la muerte de ella y del pequeño?.... Una sola cosa queda por hacer... me iré en secreto... que todos piensen que la abandoné... así, la vergüenza recaerá sobre mí y no sobre ella....Lo siento María, no puedo hacer otra cosa... - Y José se tendió en el suelo y sus lágrimas penetraban esa tierra santa... Y Dios no se hizo esperar... era demasiado el dolor de ese hombre, pues todas las legiones de los ángeles clamaban por él misericordia... 
José seguía en el suelo... como adormilado en su inmenso dolor... cuando el Ángel Gabriel se le acercó y le dijo... 
-José... José, Hijo de David....¿Por qué dudas del poder de Dios?¿Acaso no sacó a su pueblo de Egipto, en el pasado? 
-¡Dios Altísimo! ¿Quién eres...?¿Qué quieres de mí? 
-No temas llevar a María a tu casa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo... Ella dará a luz un hijo al que pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecado... 
El ángel se retiró... todo el cielo quedó expectante... de su respuesta dependía el destino de los hombres... 
José miró a su alrededor... las palabras del ángel resonaban aún en su corazón... todo estaba claro ahora... la espera de Israel había terminado... y a él se le había confiado el Mesías esperado..., sólo atinó a decir en voz baja... 
-María, amor mío... perdóname... – y se incorporó rápidamente, secó sus lágrimas con el manto y salió corriendo en busca de su amada... yo le seguía, pensaba en ambos, en su amor, ese amor que nació en el corazón de Dios antes de que naciera el tiempo.... Al llegar al poblado comenzó a caminar y pasó inadvertido entre los pobladores... llegó a tu casa, María... tú estabas aún en el patio... Sufrías por José... Volteaste la cabeza y le viste... no comprendías su mirada radiante... 
Acercándose a ti te dijo... 
-María, amor mío, cuánto habrás sufrido en silencio... 
-José... yo... 
-Perdóname, perdóname si en algún momento dudé de ti, perdóname y acéptame como tu esposo. Ante Dios prometo que cuidaré de ti y del niño por el resto de mis días... 
No hay nada que perdonar José, es que yo ... yo no podía decírtelo, pero grande es el Altísimo que te ha revelado la más bella de las noticias... Ahora lo sabes... ¡Gracias Dios mío por consolar mi corazón!... Gracias José... 
Tú serás mi esposa y yo seré el hombre mas honrado de la tierra... 
Se miraron con profundo amor... él sabía que debía cuidar del tesoro de Dios... pensó un instante en su propia vida... se preguntó si era digno... no había respuesta... sólo la misericordia de Dios puede hacernos dignos, jamás nuestros propios méritos..... 
Los vecinos se habían enterado de la llegada de María... y de la visita de José, las muchachas comenzaron a llegar y rodearon a la novia y la llenaron de preguntas femeninas... Los hombres se acercaron a José para ultimar detalles del festejo.... alguien comenzó a tocar música... todos comenzaron a bailar esas bellísimas danzas del pueblo de Israel... la música me resultaba extrañamente conocida... la estaba cantando el coro de la Parroquia, el sacerdote estaba comenzando a dar la comunión... Miré por última vez a los felices danzantes... Pasaste junto a mí bailando con las muchachas... el dolor había pasado, el amor había salido victorioso... Jesús dormía cómodamente en tu vientre... Me abrazaste con el alma... "Felicidades, princesa, felicidades.."pensé.... 
Abrí los ojos, y me encaminé hacia el altar para recibir la comunión... Miré tu imagen... el coro seguía cantando y yo tenía ganas de bailar como tú y tus amigas en Nazaret... 
El primer dolor de amor había pasado... llegarían otros, después... ahora... ahora quiero quedarme bailando contigo... María de Nazareth... 

NOTA:
"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."