El culto a María

 

 

Pa´que te salves

 

 

A veces, podemos observar cómo se ignora a María, no es objeto de ningún tipo de culto, otras veces vemos cómo se exagera en el culto. Hasta con un olvido total de Cristo, todo va en referencia a la Virgen.


Luego, nos encontramos con los sectarios que nos achacan de ser adoradores de la Virgen y de imágenes. Lo cual no es cierto cómo veremos aquí. 

La Iglesia nos enseña 

La misión salvadora de la Virgen no terminó en el momento de la Asunción, sino que Ella sigue intercediendo por nosotros. Por eso es que en la Iglesia es invocada con muchos títulos, el de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. 

Lo que tenemos que tener muy claro. Es que Cristo es nuestro único Mediador. La misión de madre de los hombres de María, no disminuye o compite con la mediación de Cristo, sino que nos demuestra la eficacia de Cristo como único mediador. El influjo de la Virgen en la salvación de los hombres brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo. 

Recordemos que ninguna criatura puede estar a la par que Cristo. Dios otorga gracias a las diferentes criaturas y estas colaboran de diversas maneras, participando de la fuente, Cristo, Nuestro Señor. Así la Virgen fue dotada de gracias muy especiales, para colaborar con la obra redentora, pero Ella no está al mismo nivel que su Hijo. 

El Culto a María 

“Todos las generaciones me llamarán bienaventurada”(Lc 1, 48). Son palabras dichas por la Virgen en su encuentro con su prima Isabel. La Iglesia coloca la piedad hacia la Santísima Virgen como un elemento primordial del culto cristiano. Ella es honrada con un culto especial.


Desde los tiempos más antiguos, se le venera como “Madre de Dios”. Sabemos que el dogma fue declarado en el Concilio de Efeso. Este concilio proclamó esta verdad de fe porque el pueblo cristiano estaba ansioso de que se les definiera. Una vez que fue declarado, todo el pueblo salió a la calle para celebrarlo, con velas encendidas y gritaban: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores...... ¿Les parece conocido? Pues, si, de ahí se formó la segunda parte del Ave María. 

A partir de entonces, los fieles se acogen a su protección en peligros y en sus necesidades. 

El Concilio Vaticano II, nos dice: “Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada ”. 

María es nuestra Mediadora, nuestra intercesora. Ella intercede por cada uno de nosotros, por cada hombre porque quiere que la gracia salvadora de Cristo no quede sin frutos, ya que Ella nos ama como hijos suyos y Jesús la escucha siempre, tal como lo hizo durante su vida terrena. 

Mencionábamos que los sectarios nos acusan, a los católicos, de adorar a la Virgen María. Lo cual es totalmente falso. Existen tres tipos de cultos:


Latría o adoración, que es el culto que únicamente se le rinde a Dios, en sus tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Dulía, veneración, que es el que le rendimos a los santos. 
Hiperdulía que es la veneración o culto que le damos a la Virgen María. 


Únicamente adoramos a Dios, por eso es que nos arrodillamos ante Dios en la consagración, ante el Santísimo, etc. La posición de arrodillados es una postura de adoración. 

Ahora bien, a la imagen de María, sea una figura o una pintura, no se le venera, lo que se venera es lo que esa imagen representa, es decir, 
a la Virgen María. El verdadero culto a María lo demostramos imitándola.


La imitación de María 

El modelo por excelencia para el cristiano es Cristo. Todos debemos de imitarlo, Él es nuestro ideal. Si, María fue la primera persona en conocerlo, aprendió sus virtudes y las imitó. Imitar a María en sus virtudes es un camino al cielo. Quien quiera llegar a la vida eterna, a la salvación, difícilmente lo logrará prescindiendo de la Virgen.


Las virtudes de la Virgen son muchas: 

La humildad – nunca se sintió superior a nadie y sabía que todo le venía de Dios. 
La sencillez – no era complicada, sus necesidades eran pocas. 
La fe, esperanza y caridad – esto nos lo demostró al aceptar su misión. 
La obediencia – en todo momento cumplió con lo que Dios le pedía. 
La mansedumbre – no se dejaba llevar por sus sentimientos. 
El respeto – siempre escuchaba a los demás, los aceptaba con amor. 
La pobreza – no tenía apegos de ninguna especie. 
La generosidad – nos entregó a su Hijo. 
La pureza – la siempre virgen, corazón puro entregado a Dios. 
La disponibilidad – siempre estuvo dispuesta a la ayuda a los demás.

Las Devociones a la Virgen 

La Iglesia ha declarado que son tres las apariciones que se pueden comprobar hasta el momento: 

La aparición de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. La aparición de la Virgen de Lourdes en Francia La aparición de la Virgen de Fátima en Portugal.


Esto no implica que cada pueblo, cada país tenga una advocación diferente para la Virgen, según la tradición. En todos los casos, incluyendo las apariciones, lo que se venera es a María. Por otro lado encontramos que existen muchas fiestas litúrgicas dedicadas a la Santísima Virgen y muchas oraciones también. Una de estas oraciones es el Santo Rosario, que es una síntesis del Evangelio porque al contemplar los quince misterios, los Gozosos, Dolorosos y Gloriosos, damos una repasada a los principales misterios de la vida de Cristo. 

Otras oraciones dedicadas a la Virgen son: 

Ave María 
La Salve 
El Ángelus 
El Acordaos 
La Consagración a la Virgen 
Bajo tu protección 
Regina Coeli 
Todos debemos de acostumbrarnos a detenernos, un momento, ante una imagen de la Virgen al levantarnos y al acostarnos cuando menos, para saludarla o platicarle algo, o pedirle su ayuda, o para darle las gracias por algo.