María "Madre del Verdadero Dios, por quien se vive"

 

 

Nican Mopohua

 

48 Congreso Eucarístico Internacional, Guadalajara, México,  Octubre de 2004

65 Santa María de Guadalupe dijo a Juan Diego, y hoy lo repite a cada cristiano: “Sábete que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive”, y también le dijo: ¿“No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.[8]La Virgen se presentaba así como Madre de Jesús y de los hombres.La Señora de Guadalupe es todavía hoy el signo de la cercanía de Cristo, invitándonos a entrar en comunión con Él, para tener acceso al Padre. Contando con el auxilio materno de María, la Iglesia desea conducir a los hombres al encuentro con Cristo, que es el punto de partida y de llegada de una auténtica conversión y de una renovada comunión y solidaridad. 

66 La Virgen María constituyó para los moradores de estas tierras el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión.Así, la característica propia de la religiosisdad de los pueblos americanos, por su historia y su cultura, posee un tinte profundamente maternal y mariano, y tiene su expresión particular en el rostro mestizo de la Virgen de Guadalupe que, siendo Madre de Cristo, se presentó también como Madre de los indígenas, de los pobres oprimidos y de todos los que de ella tengan necesidad. De hecho, los primeros misioneros llegados a América, provenientes de tierras de eminente tradición mariana, junto con los rudimentos de la fe cristiana, fueron enseñando el amor a la Virgen, Madre de Jesús y de todos los hombres. La aparición de María de Guadalupe a Juan Diego, en la colina del Tepeyac, México, repercutió decisivamente en la evangelización (cfr. EA 11), por eso el Papa Juan Pablo II afirmó que “el rostro mestizo de la Virgen de Guadalupe fue ya desde el inicio en el Continente, un símbolo de la inculturación de la evangelización, de la cual ha sido la estrella y guía” (EA 70). 

67 La presencia de María en el Cenáculo,es el punto de referencia de toda la comunidad eclesial que se prepara para recibir la gracia del Espíritu Santo, en orden a evangelizar (cfr. AG 4; LG 49; EN 82). Se puede afirmar, como realidad permanente, la experiencia mariana de las comunidades cristianas. Es un hecho que se constata en la celebración eucarística de las comunidades primitivas y actualmente en las grandes expresiones de piedad mariana popular. San Efrén, en sus cantos poéticos, subraya la relación profunda que existe entre la Virgen María y la Eucaristía: “María nos da la Eucaristía, en oposición al pan que nos dio Eva. María es además el sagrario donde habitó el Verbo hecho carne, símbolo de la habitación del Verbo en la Eucaristía. El mismo cuerpo de Jesús, nacido de María, ha nacido para hacerse Eucaristía.[9] 



María, “estrella de la evangelización” 

68 El Papa Pablo VI, al finalizar su exhortación apostólica, Evangelii Nuntiandi, da el título de “estrella de la evangelización” a la Madre de Dios: “En la mañana de Pentecostés ella presidió con su oración el inicio de la evangelización, bajo la acción del Espíritu Santo.¡Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y cumplir, sobre todo en estos difíciles tiempos, pero llenos de esperanza” (EN 82). Por eso, María es el camino seguro para encontrar a Cristo. La piedad hacia la Madre del Señor, cuando es auténtica, anima siempre a orientar la propia vida según el Espíritu y los valores del Evangelio (cfr. EA 11). 

69 María es “estrella de la evangelización” en varios sentidos: porque participó maternalmente en los inicios de la Iglesia con su oración junto a los Apóstoles, logrando la gracia del Espíritu Santo; porque es, por su maternidad, modelo y figura de la iglesia; porque con su actitud de fe y su intercesión maternal hace crecer la fe de la Iglesia. Ella es la que acompaña la acción evangelizadora de la Iglesia que, por la Palabra y los sacramentos, suscita la fe, lleva a la conversión del pecado y confiere la vida de hijos de Dios. Su acción, por tanto, es verdaderamente maternal. 

70. Encomendamos a la Santísima Virgen María la preparación y realización del próximo 48º Congreso Eucarístico Internacional, para que sea una acontecimiento de fe y un impulso evangelizador en el nuevo milenio, tan necesitado de la verdadera luz y vida, que es Jesucristo Eucaristía.