Zacarías y María: incredulidad y fe 

 

 

San Ambrosio

 

"14. Dijo María al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?

Parecería que aquí María no ha tenido fe a no ser que lo consideres atentamente; no es admisible que fuese escogida una incrédula para engendrar al Hijo unigénito de Dios. ¿Y cómo podría hacerse -aunque fuese salvada la prerrogativa de la madre, a la cual se debía con razón mayor deferencia, pero como prerrogativa mayor, mayor fe debía habérsele reservado-, cómo podría hacerse que Zacarías, que no había creído, fuese condenado al silencio, y María, sin embargo, si no hubiera creído, fuese honrada con la infusión del Espíritu Santo? Pero María no debía rehusar creer ni precipitarse a la ligera: rehusar creer al ángel, precipitarse sobre las cosas divinas. No era fácil conocer el misterio encerrado desde los siglos en Dios (Eph 3,9 y Col 1,26), que ni las mismas potestades superiores pudieron conocerlo. Y, sin embargo, no rehusó su fe ni ha sustraído su misión, sino que ha ordenado su querer y ha prometido sus servicios. Pues cuando dice ¿Cómo se hará esto?, no pone en duda su efecto, sino que pregunta cómo se hará este efecto. 

15. ¡Cuánta más mesura en esta respuesta que en las palabras del sacerdote! Esta ha dicho: ¿Cómo se hará esto? Aquél ha respondido: ¿Cómo conoceré esto? Ella trata ya de hacerlo; aquél duda todavía del anuncio. Aquél declara no creer al manifestar que no sabe, y parece que, para creer, busca todavía otra garantía; ella se declara dispuesta a la realización y no duda de que tendrá lugar, pues pregunta cómo podrà realizarse; así está escrito: ¿Cómo se harà esto, pues no he conocido a varón? La increíble e inaudita generación debía ser antes escuchada para ser creída. Que una Virgen dé a luz es un signo de un misterio divino, no humano. Toma para ti, dice, este signo: he aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo (Is 7,14). María había leído esto y, por lo mismo, creyó en su realización; mas cómo se había de realizar, no lo había leído, pues esto no había sido revelado ni siquiera a un profeta tan grande. El anuncio de tal misterio debía de ser pronunciado no por los labios de un hombre, sino por los de un ángel. Hoy se oye por vez primera: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y es oído y es creído".

SAN AMBROSIO, Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, II, 14-15.