Mujer bonita de verdad

 

R.I.I.A.L

 

 

Sería una cosa muy curiosa el que hiciéramos una encuesta --no formal para publicarla en revistas serias, sino así, en plan familiar, como estamos hablando ahora nosotros--, una encuesta, digo, sobre lo que pensamos de María, de la Virgen María, los hombres por una parte y las mujeres por otra. ¡Diríamos tantas cosas y tan diferentes! 
Sin embargo, yo creo que todos coincidiríamos en llamarla, sin discusión, La Mujer más bella. 
Bella en todos los órdenes, desde la belleza divina depositada en su ser hasta la belleza de la gracia humana, derramada también por Dios sobre Ella a puñados... 
Los hombres --porque en la mujer buscan siempre la belleza--, se quedan extasiados ante María. 
Las mujeres, porque van buscando siempre modelos en quienes fijarse para ser eso: las más bellas. 
Y nadie, desde luego, discutirá a María el ser la Mujer más bella que ha salido de la mano de Dios. 
Pero, ¿dónde radica esa belleza de María? Para nuestros ojos cristianos, ya se ve que se trata del esplendor de la santidad y del amor más puro, de manera que no nos cansamos de cantarle esas palabras que hemos tomado de la Biblia, merecidas por María más que por Judit:
- Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú el honor y la grandeza de nuestro pueblo. 
Después de la Humanidad de Jesús, unida personalmente al Hijo de Dios, la obra cumbre de Dios es la Virgen María. No ha salido de la mano de Dios una criatura semejante, y Dios no hará otra igual. Aquí echó Dios el resto de su imaginación divina. Por eso María es lo más bello en que podemos pensar, y nadie sabrá arrastrar detrás de sí nuestros ojos y nuestros corazones como los arrastra María, para llenarlos de gozo y para llevarlos a Dios. 
El que es Hermosura infinita, Dios, y nos tiene llamados a gozar de la hermosura en un éxtasis eterno, ha querido darnos en María un modelo de belleza sin par. Mirando a María descubrimos la belleza de que Dios hace gala, y nos dice dónde está la belleza que El busca en nuestras vidas. 
Mirando así a María, pasamos instintivamente a las comparaciones. Dicen que las comparaciones son siempre odiosas, pero, en este caso, la comparación nos va a resultar provechosa a la par que simpática. Por eso nos hacemos de nuevo la pregunta: ¿Quién es la mujer más hermosa?...
Hoy, en los días de las top model y de los concursos de belleza, ¿resistirán muchos ídolos la comparación con María?... Por desgracia, las miradas del mundo enloquecido y las del cristiano van orientadas en dirección muy opuesta. 
Una de las mujeres más famosas por su hermosura en el siglo XX, que moriría cargada de años, pero con una pobreza espiritual enorme, decía que las mujeres tienen en el mundo la misión de ser bellas. Y cuando una se hace vieja ha de tener el coraje de romper los espejos. 
Así: romper el espejo para no ver el presente vacío, triste, pobre, y vivir sólo de recuerdos pasados inútiles. 
Como hacía ella, de la que un vecino, que la conocía bien, aseguraba que era una mujer que hablaba continuamente de su pasado; siempre con la misma canción: corazones, príncipes, champagne... 
Romper el espejo con este fin es hacer demostración del fracaso más ruidoso de la vida. 
¿Es ésta la belleza de la mujer cristiana? No es ésa la belleza de que nosotros hablamos, sino una muy diferente. 
Somos los primeros en decir que la mujer tiene no solo el derecho sino hasta el deber de ser hermosa. 
Porque las mujeres deben cumplir con su misión de poner en el mundo amor, cariño, poesía..., de modo que sean el cebo delicioso que Dios ha puesto en la vida para vernos arrastrados todos hacia el eterno femenino..., que es El, el Dios que llenará de amor tierno y delicado el corazón de los elegidos.
Pero, ya se ve, que esta belleza de la mujer ha de ser, como la de María, no precisamente física, sino moral. De la belleza física dice la Biblia que es hermosura vana y fugaz, porque pasa, y el espejo nos lo dice de manera inmisericorde. 
Por el contrario, la belleza moral se acrecienta cada vez más, a medida que pasa una vida empleada en el bien. Dios quiso decirlo a todos con palabras que se esparcen a lo largo de muchas páginas de la Biblia, pero sobre todo nos lo quiso decir al ponernos delante de los ojos un ejemplo como María, mujer arrebatadora por una belleza sin par. 
Existe mucha diferencia --pongamos el caso-- entre una Miss Mundo, Miss Universo, Miss Internacional, siempre de fiesta en fiesta y en gastos incontrolados, y esa otra de que nos habla también la Biblia que, al morir, era llorada por todos los pobres y las viudas abandonados, los cuales presentaban a Pedro y a Dios los vestidos que Tabita les hacía con amor inmenso. ¡Hay que ver la diferencia que va de una belleza puramente física a la belleza moral de las almas!...
Para nosotros --y sabemos que no nos engañamos-- la mujer más hermosa es la que a la gracia de su cuerpo gentil une la bondad de un corazón de oro y la piedad de una santa. 
Una mujer bella espiritualmente es el rostro femenino de Dios, todo Él ternura, delicadeza exquisita, solicitud amorosa y encanto seductor. 
Esa mujer, reflejo de la belleza de Dios, es la única mujer que, como María, sabe robar los corazones, sin estropearlos, y llevarlos todos a Dios....
La Bella Otero. - Jud. 15,8. Prov. 31,30. Hech. 9,36-38.

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