La Nueva Eva

 


Vicente Taroncher, capuchino

 

 

El pecado y la muerte en el hombre es un fenómeno universal, que afecta a la humanidad entera. Es la herencia del Paraíso perdido. “Por un solo hombre (Adán) entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte”, dice San Pablo (Rom.5,21). Pero Dios, que en sus inescrutables designios quería devolver al hombre el don de la gracia y la resurrección, envía al mundo a su Hijo (el nuevo Adán), nacido de una mujer, para que, -continúa hablando San Pablo,- “por la justicia de uno sólo (Jesucristo) irán todos los hombres a la justificación de la vida”. 

Este paralelismo antitético que establece San Pablo entre el primer Adán y el segundo Adán, Jesucristo, en orden a la muerte y la vida, al pecado y la gracia, es idéntico para nuestra fortuna, al paralelismo que se da entre Eva, la madre de los mortales y la nueva Eva, María, la madre de los vivientes en Cristo. María, junto a Cristo, obra en nosotros el milagro de la gracia. 

Es cierto que la Biblia no trata del paralelismo Eva-María, pero lo traen los primeros Padres Apostólicos que bebieron su doctrina en las mismas fuentes de los Apóstoles. Así, San Justino, muerto el año l65, nos dice: “La virgen Eva, concibiendo la palabra salida de la serpiente, dio a luz a la desobediencia y la muerte Y la virgen María al darle el ángel Gabriel la buena nueva, respondió: ‘Hágase en mi según tu palabra’. Por tanto, lo que Eva destruyó por su desobediencia, lo restaura la Nueva Eva por su obediencia. 

Idéntico es el argumento de San Ireneo, muerto el año 202, al decir “Eva... por su desobediencia se hizo para sí y para el género humano causa de muerte, y María por su obediencia se hizo para sí y para el género humano causa de salud”. 

Quiero poner dos ejemplos de esa salud que dimana de María, la Madre de Jesús. En mayo de l992 fui a Fátima acompañando a un grupo de peregrinos de Alicante. Todos iban contentos y gozosos y cada uno llevaba su buen cargamento de “recaets per a la Mare de Déu” (encargos, oraciones a la Virgen). A Fátima no se va a hacer turismo, se va a rezar, orar, impregnarse de la presencia de María. 

Uno de los días, estando celebrando la misa en la capilla de las apariciones, se oyó a lo lejos un griterío imponente; todos nos quedamos atónitos, pero la misa continuó sin que desapareciese el barullo. Al finalizar la misa, nos enteramos de lo ocurrido: Una mujer, paralítica desde su infancia, invocó el nombre de María y de repente, al entrar en la explanada, sintió que se fortalecían sus piernas y, echando de un lado la silla de ruedas, comenzó a andar normalmente. 

Don Rafael, el capellán de lengua española en el santuario, me comentó: “Es un hecho relativamente frecuente, porque a Fátima llegan muchos enfermos, lisiados, posesos, pecadores...o simples devotos, y todos encuentran, como mínimo, y ya es mucho, la paz en sus almas”; es un milagro de orden espiritual, pensé yo. Ahí está el poder y fuerza de esta nueva Eva, que da la vida espiritual a las almas. Y me refirió el siguiente caso: 

“Una mujer -continuó hablando Don Rafael– que había apostatado de su fe católica, venía con frecuencia a Fátima a hacer proselitismo de su nueva secta entre los peregrinos. Como base de su campaña, sentía y expresaba un odio infernal hacia la santísima Virgen. Cuando los fieles se arrodillaban ante la bendita imagen, ella, manteniéndose de pie, profería blasfemias contra la Virgen llamándola “bruja” (“eres una bruja, María”). 

“Hasta que un día -sigue narrando D. Rafael-, a la vez que se aferraba en su actitud rebelde sintió una fuerza que la doblegaba. Miró a la imagen y vio que la miraba fijamente y, arrancando a llorar, exclamó: María, Madre mía, tu me salvas”. 

Hay muchos cojos, ciegos, sordos, lisiados..., que ignoran que junto a ellos está María. Hay muchos tibios, blasfemos, adúlteros, asesinos... que ignoran que junto a ellos está la nueva Eva, “el refugio de los pecadores”, que vela por su salvación. Esto nos lleva a una conclusión: PONER EN MANOS DE MARÍA TODAS NUESTRAS NECESIDADES, LAS DE NUESTROS FAMILIARES Y AMIGOS Y LAS DE TODA LA HUMANIDAD.

Fuente: El Propagador, Capuchinos, Valencia, España