María, "Santa María de la Visitación"

Santuario de Angosto, PP Pasionistas, Vilanañe, Alava 

 

Dejarnos acompañar y cuidar de la MADRE no es una ñoñería, sino sentido profundo y fuerza viva de lo que uno ha experimentado y ha disfrutado. Por eso, en este mes de Mayo, mes de las FLORES, vamos a centrarnos en otra fiesta litúrgica de María, que está ahí, como en el tren de cola (día 31 de mayo), pero que es muy hermosa y llena de contenido:
LA VISITACIÓN de MARÍA a Isabel (Lucas 1, 39-56).

En la renovación litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II, ha colocado esta fiesta en un lugar más apropiado, entre la Anunciación a
María y el nacimiento de Juan el Bautista. Antes se celebraba el 2 de julio, cuando ya se había celebrado el nacimiento del Bautista. Su ubicación,
pues, ayuda mejor a celebrar con naturalidad las fiestas litúrgicas.

Pero lo que más nos importa es lo que se celebra: Dios quiere llevar adelante el plan de salvación; María acepta plenamente este plan y obedece al Espíritu con perfecta adhesión de fe; pero, además,
María demuestra una actitud de servicio encomiable, sin duda alguna, provocada por esa presencia divina que había en Ella. ¡Así
de sencillo e inmenso cuanto evoca esta fiesta!

Y no termina ahí: es una buena ocasión para colocar, en este momento, toda una proclamación de fe en el Dios de la vida, en el Dios que, los
mejores del pueblo de Israel, han vivido y experimentado. Por eso, la Visitación nos ofrece el testimonio incalculable de Isabel: “¡Dichosa tú
que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45). Y como culmen de todo ese proceso de Dios a través de la historia, María nos ofrece la síntesis en su incomparable cántico del
MAGNIFICAT: aquí se ponen las cosas en su sitio; aquí se pone en claro cuál es el proceder de Dios, su extraña lógica; esto es, su PROYECTO.

Celebrar la fiesta de la Visitación nos debe llevar a la contemplación del misterio de amor de Dios que lo lleva adelante; María es un camino seguro en esa andadura. Pero, además, es una ocasión hermosa para aprendernos de memoria el Cántico del MAGNIFICAT, de manera que TODOS los días de nuestra vida, juntamente con la Madre, podamos
proclamar las maravillas de Dios con este hermosa confesión en el Dios de la Vida.

¡Buen ánimo... y “manos a la obra”.
Seguro que muchas personas ya utilizáis este cántico cada día en la “Oración de la tarde”. Nuestra propuesta es que la podamos usar muchas
más personas. Por eso, la ofrecemos como REGALO y como COMPROMISO PERSONAL. ¿De acuerdo? Es necesario que laaprendamos de memoria.

EL CÁNTICO DE MARÍA
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y sus descendencia por siempre.
SANTA MARÍA de la VISITACIÓN,
ruega por nosotros.