Santa María, Madre de los hijos pobres

Santuario de Angosto, PP Pasionistas, Vilanañe, Alava, España

 

Cuando me pongo ante esta página, acabamos de celebrar la fiesta del día 2 de Febrero, la PRESENTACIÓN del SEÑOR, o la que popularmente llamamos la Candelaria, y que en otros momentos también se le llamó la "Purificación de María": creo que la liturgia ha recuperado el sentido más profundo de esta fiesta y, hoy, me gustaría invitaros a esta mirada contemplativa, filial y entrañable. Creo que merece la pena. Lo siento necesario.

El evangelista Lucas nos habla de Purificación (que correspondía a la madre) y del rescate del hijo varón, que José y María realizan, presentando la ofrenda de los pobres: "un par de tórtolas o dos pichones". A cuantos así lo deseéis, os propongo hacer una lectura entera y reposada del texto. He aquí un extracto del mismo.

"Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones» (Lucas 2, 22-24).

Me impresiona el relato: todo sobrio, sin añadiduras ni florituras, y creo que muestran el estilo de ser y de vivir de aquella sencilla familia de pueblo. Aquellos padres que "presentaron" a su hijo a unos Magos de Oriente (a aquellos "buscadores de Dios"), hoy les encontramos en la cruda realidad de la vida, mezclada de sencillez y pobreza. José y María han "subido" a Jerusalén (el centro de la espiritualidad) a cumplir la "Ley de Moisés"; han subido al estilo de los pobres. Impresiona descubrir
la sencillez y la austeridad de este momento cultual (¡Qué lejos están nuestras "celebraciones" -o ceremonias- de este estilo y de esta sobriedad!).

Lucas, con un corazón creyente y una pincelada maestra, nos pone delante todo el cuadro: "un par de tórtolas o dos pichones": ésta es la ofrenda de los pobres.
Intencionadamente Lucas -no olvidemos que su evangelio es el evangelio de los pobres- nos presenta a aquella madre, María, como la madre de cuantos viven la vida en las estrecheces de la pobreza. Y es ahí donde nos quiere ofrecer toda la
hondura de aquella vida y de aquella opción de María. Porque no podemos olvidar que las "PROMESAS" habían sido de otro calado, de otra índole ("Hijo del Altísimo", "Sol que nace de lo alto", etc); pero ahora todo es tan diferente, tan
pobre... que realmente asusta.

Pues aquí encontramos a María. No estoy seguro de que muchas de nuestras imágenes y expresiones cultuales tengan algún parecido con esta estampa de la Presentación, o si las hemos cambiado tan de raíz que han perdido su significado y profundidad. Es posible que algo de esto nos haya ocurrido, para desgracia nuestra, claro. ¡Qué pena que hayamos tergiversado las cosas hasta ese punto! Por eso siento necesario recuperar toda la hondura de este acontecimiento singular.

Al meditar esta estampa sencilla y austera, he recordado una bella oración-canción del grupo Kairoi, donde creo que recoge fenomenalmente la comprensión de la pobreza de esta madre, que incluso va mucho más allá de lo que a primera vista se ve. ¡Sería bueno que pudiéramos escucharla y meditarla. Os la ofrezco.

Virgen sencilla y humilde
que viviste en Nazaret.
¡Madre!
Casa de los hijos pobres
que abren sus manos a ti.
¡Madre!
Dios te ensalzó y te hizo grande
en tu misma sencillez.
Haznos niños a nosotros
para dejarnos en Él.

Madre de los hijos pobres
de los que buscan a Dios.
Danos tu fe y confianza,
danos tu entrega y tu amor.
En el silencio interior
escuchaste su Palabra,
con el corazón abierto
viviste sólo por Él.
¡Madre!

¡MADRE! ¡MADRE!
TÚ NOS MIRAS DESDE EL CIELO,
NOS HABLAS AL CORAZÓN.
CON UN ABRAZO DE MADRE
NOS ENVUELVES EN TU AMOR.

Que este mes podamos CONTEMPLAR en profundidad este cuadro de la Familia de Nazaret en la ofrenda de su hijo y... ¡Feliz encuentro con María, Madre de los Pobres!