María , Madre de nuestro caminar

Santuario de Angosto, PP Pasionistas, Vilanañe, Alava, España

 

Un nuevo Curso es, también, una aventura, es una nueva oportunidad en la vida. Pero también conlleva riesgo, es una incógnita. ¿Qué nos
traerá? ¿Que me sucederá? Ilusión, esperanza y una serie de interrogantes se entremezclan en nuestro fuero interior. Y, aquí, -quién más, quién
menos-, se siente como un niño indefenso. Y esto podemos manifestarlo sin temor a que nos tachen de niñatos o cosas similares. Es cuestión de
mirarse a lo profundo de nuestro ser.

Estaba yo con estos pensamientos, cuando surgió en mí un deseo profundo y una necesidad de sentirme acompañado y que ello conllevara una seguridad a mi caminar tantas veces vacilante. Era la reacción simple y llana de alguien que buscaba con ansiedad un soporte de cierta garantía. ¡Lo necesitaba!

Y por esas raíces profundas de la vida, dirigí mi mirada a un cuadro bellísimo de MARÍA, la Madre, y me entraron una ganas sinceras de dirigirle una oración enteramente filial. También, en esta ocasión, mis labios comenzaron a tararear un canto que tantas veces he cantado en grupos de creyentes y en encuentros juveniles: "Eres Madre muy sencilla…"; "Yo quiero ser arcilla entre sus manos…". Y decidí encontrar el texto del canto/oración y ofrecerla a mis amigos. Y cuando, lentamente, fui saboreando cada una de sus palabras y las plegarias allí contenidas, descubrí que era todo un poema, bellísimo de contenido y expresión maravillosa de fe. Agradecí al grupo musical Kairoi su aportación, y nuevamente volví a tararear el canto, en el silencio del atardecer.

ERES MADRE MUY SENCILLA

YO QUIERO SER ARCILLA ENTRE SUS MANOS,
YO QUIERO SER VASIJA DE SU AMOR.
YO QUIERO SER ARCILLA ENTRE SUS MANOS,
YO QUIERO SER VASIJA DE SU AMOR.
QUIERO DEJAR LO MÍO
PARA ÉL, PARA ÉL…

Eres Madre muy sencilla
criatura del Señor.
Virgen pobre, Madre mía,
llena de gracia y de amor.
Fuiste arcilla entre sus manos
y el Señor te modeló.
Aceptaste ser su esclava
siempre dócil a su voz.

No entendías sus palabras
pero respondes con fe.
Dejas que su amor te guíe,
confiando siempre en Él.
Por su Espíritu de vida
te dejaste transformar;
te abandonas en sus manos
para hacer su voluntad.

Y al terminar de cantarla, me sentí más en paz, más seguro. Descubrí cómo la Madre había afrontado su vida, y me sentí impulsado a hacer mías sus actitudes, su estilo, su forma de ser y de estar: "ser arcilla entre sus manos"; "ser vasija de su amor"; "dejas que su amor te guíe, confiando siempre en Él"; "te dejaste transformar"; "te abandonas en sus manos para hacer su voluntad"… Todo era muy
sugerente en esta hermosa plegaria y súplica confiada y filial. Y es que... la presencia y compañía de la Madre facilita mucho las cosas, ilumina las oscuridades y, sobre todo, da seguridad ante los momentos más arriesgados.

Así comencé a caminar en el Nuevo Curso, con paso más firme, con más ilusión. Y mi corazón repetía: "MADRE DE NUESTRO CAMINAR,
VEN CON NOSOTROS". Fue una sencilla súplica filial.