Santa María Madre en Belén

Santuario de Angosto, PP Pasionistas, Vilanañe, Alava, España

 

De nuevo somos invitados a CONTEMPLAR esta impresionante escena que nos presentan las fiestas navideñas, ya próximas. El acontecimiento de la Navidad nos sobrecoge y nos conmueve, y es que
aquella madre joven, llena de ternura y sufrimiento interno y profundo, nos llega muy dentro y nos mueve a compasión.

Pero si miramos los textos evangélicos, es posible que nos impresione aún más. Porque si es verdad que en este acontecimiento se nos ofrece el
TODO del misterio de amor de Dios, parece que los evangelistas pasan sobre él "como con miedo", temiendo "romper" el clima de misterio
inmenso que debe llevar a la contemplación directa y pura.

Especialmente me impresiona la narración de Lucas:

"Estando ellos allí, le llegó la hora del parto
y dio a luz a su hijo primogénito.
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
porque no habían encontrado sitio en la posada" (Lc 2, 6-7)

¡Sólo dos versículos de su Evangelio para expresar toda la maravilla que encierra este misterio de amor y que la humanidad había esperado y suspirado durante siglos! ¡Casi nada!

Ante este acontecimiento grandioso para nosotros, siempre me queda un interrogante que me punza y me molesta: ¿cuáles son las actitudes y los
sentimientos de aquella MADRE? ¿Qué pasaba por el corazón ilusionado y lleno de "sueños" de aquella Madre joven? ¿Cómo y qué entendía de cuanto estaba ocurriendo en su vida y que tanta trascendencia tendría para la historia de la humanidad? "¿Qué va a ser de este niño…?".

Este cuadro siempre me ofrece esas "pinceladas" que me ayudan a la serena contemplación. En primer lugar, descubro la "sorpresa": lo que
está aconteciendo, sin duda alguna, le desbordaba. ¿Quién se podía haber imaginado siquiera que Dios tomara la forma humana, y en aquel estado y
situación? ¡Era demasiado! También a Ella le envuelve el misterio y la sorpresa.

En segundo lugar, la "aceptación" convertida en "admiración" ante el misterio del DIOS-HOMBRE que toma cuerpo de sus entrañas de mujer. Ella aparece callada, pero dejándose "iluminar" por los que van apareciendo como testigos y anunciadores de la Buena Noticia: los pastores, los ángeles, unos Magos… Aquí vuelve a hacerse nuevo el "FIAT", el "hágase en mí" de su cántico, síntesis de toda su vida. A pesar de la pobreza de la situación, de la marginación, de…, María hace de su vida una profunda ADMIRACION-ADORACION, y no
precisamente porque se postre de rodillas sino porque su vida, su ser y sus facultades las pone al servicio de este Dios sorprendente. ¡Admirable
misterio!

No nos puede resultar difícil quedar extasiados ante este acontecimiento.
Ojalá no nos dejemos despistar por los "detalles externos" que en tantas ocasiones pueden impedirnos llegar al hondón de este regalo que es la Navidad.

¡Feliz contemplación de la Navidad!
¡Feliz descubrimiento de María, Madre en Belén!