María ¿fue siempre Virgen?

P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá 

 

¿Podemos decir que María siempre fue virgen? 

Todos los cristianos aceptan a María como Madre de Jesús; pero mientras los católicos hablamos de ella como «la Virgen María», las otras religiones cristianas y muchas sectas no quieren decir ni reconocer que María es siempre virgen. Muchos dicen, simplemente, que María tuvo más hijos y por eso no pudo ser «virgen». 


En una carta anterior ya les hablé de los «hermanos de Jesús» y les aclaré que no hay ningún fundamento bíblico para decir que María tenía más hijos. En esta carta les quiero hablar, a partir de la Biblia, acerca de María siempre virgen. 
La concepción virginal de María. 

El hecho de la virginidad de María en el nacimiento de su hijo Jesús se afirma claramente en la Biblia: 

Mt. 1,18: «El nacimiento de Jesús fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.» 

Lc. 1, 30-35: «El ángel Gabriel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios... y ahora concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo... María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti... y el Ser Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.» 

Juan 1, 13: «El que nació no de la sangre, ni del deseo de carne, ni del deseo de hombre, sino que nació de Dios.» 

Estos tres textos bíblicos son testimonios sólidos para afirmar el hecho de la virginidad de María en la concepción de Jesús. 

¿María quiso esta virginidad? 

El Evangelio dice que «María era una virgen desposada con un hombre llamado José» (Lc. 1, 27). Este matrimonio de María con José nos mueve, a primera vista, a decir que María no quiso esta virginidad. 

Sin embargo, el evangelista Lucas nos ofrece otros datos acerca de este compromiso matrimonial. Leamos atentamente en el Evangelio de Lucas 1, 26-38; en este relato bíblico vemos cómo Dios respeta a los hombres. El no nos salva sin que nosotros mismos queramos. Jesús el Salvador ha sido deseado y acogido por una madre, una jovencita que, libre y conscientemente, acepta ser la servidora del Señor y llega a ser Madre de Dios. 

Vers. 26: «Al sexto mes el ángel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José. José era de la casa de David y el nombre de la virgen era María.» 

San Lucas usa dos veces la palabra «virgen». ¿Por qué no dijo «una joven» o «una mujer»? Sencillamente porque el escritor sagrado se refería aquí a las palabras de los profetas del Antiguo Testamento, que afirmaban que Dios sería recibido por una «virgen de Israel.»Is. 7, 14: «El Señor, pues, les dará esta señal: la Virgen está embarazada y da a luz un varón a quien le pondrás el nombre de Emmanuel.» 

Durante siglos, Dios había soportado que su pueblo de mil maneras le fuera infiel y había perdonado sus pecados. Pero el Dios Salvador, al llegar, debería ser recibido por un pueblo virgen que hubiera depuesto sus propias ambiciones para poner su porvenir en manos de su Dios. Dios debía ser acogido con un corazón virgen, o sea, nuevo y no desgastado por la experiencia de otros amores. 

Incluso en tiempos de Jesús, muchos al leer la profecía de Is. 7, 14 sacaban la conclusión de que el Mesías nacería de una madre Virgen. Ahora bien, el Evangelio nos dice: "María es la virgen que da a luz al Mesías." 

Versículos 34-35: María dijo al ángel: «¿Cómo será esto, pues no conozco varón?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual el Santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios.» 

Aunque María es la esposa legítima de José, la pregunta de ella al ángel indica el propósito de permanecer virgen. 

El ángel precisa que el niño nacerá de María sin intervención de José. El que va a nacer de María en el tiempo es el mismo que ya existe en Dios, nacido de Dios, Hijo del Padre (Jn. 1, 1). Y la concepción de Jesús en el seno de María no es otra cosa que la venida de Dios a nuestro mundo. 

¿Qué significa «la sombra» o «la nube» en este texto bíblico? 

Los libros sagrados del Antiguo Testamento hablan muchas veces de «la sombra» o «la nube» que llenaba el Templo (1 Reyes 8, 10), signo de la presencia divina que cubría y amparaba a la ciudad Santa (Sir. 24, 4). 

Al usar esta figura, el Evangelio quiere decir que María pasa a ser la morada de Dios desde la cual El obra sus misterios. El Espíritu Santo viene, no sobre su Hijo, sino que primeramente viene sobre María, para que conciba por obra del Espíritu Santo. 

¿Había pensado María en consagrar a Dios su virginidad antes que viniera el ángel? 

El Evangelio no da precisiones al respecto, solamente encontramos la palabra de María: «No conozco varón» o «no tengo relación con ningún varón.» (Lc. 1, 34) 

Recordemos que María ya está comprometida con José (Lc. 1, 27) lo que según la ley judía, les da los mismos derechos del matrimonio, aunque no vivan todavía en la misma casa. (Mt. 1, 20) 

En estas condiciones, la pregunta de María: «¿Cómo podré tener un hijo, pues no conozco varón?» (Lc. 1, 34) no tendría ningún sentido, si María no estuviese decidida ya a mantenerse virgen para siempre. María es la esposa legítima de José. Si este matrimonio quiere tener relaciones conyugales normales, el anuncio del ángel referente a su maternidad no puede crearle ningún problema. 

Sin embargo, María manifiesta claramente su problema: «pues no conozco varón.» Además esa pregunta de María permite otra traducción válida en la mentalidad de los judíos: «¿Cómo será eso, pues no quiero conocer varón?». Sin duda esta pregunta de María indica en la Virgen un firme propósito de permanecer virgen. 

Algunos tendrán dificultades para aceptar esta decisión de María y dirán que tal decisión es sorprendente por parte de una joven judía; porque es sabido que Israel no daba gran valor religioso a la virginidad. 

No debemos olvidar que en la Palestina de entonces había grupos de personas que vivían en celibato (los esenios) y con su estilo de vida esperaban la pronta venida del Mesías. Por otra parte, el celibato o la virginidad de por vida no existía para mujeres que, según la costumbre judía, por orden de su padre tenían que aceptar un matrimonio impuesto. 

Por eso la joven María que quería guardar virginidad, difícilmente podía rechazar este compromiso matrimonial impuesto. Y por eso ella había aceptado este compromiso con José, pero con la decisión de permanecer virgen. 

Como conclusión podemos decir que este texto bíblico es favorable a la voluntad de virginidad de María. 

Además está claro en la Biblia que María tenía como hijo único a Jesús y que no tuvo más hijos. 

¿Qué sentido tiene la virginidad? 

María no expresa sus motivos, pero todo lo que Lucas deja entrever del alma de María supone que ella tenía motivos elevados. Por medio del ángel, Dios la trata de «muy amada», «llena de gracia», «el Señor está con ella.» Y María quiere ser su «sierva», con la nobleza que da a esta palabra la lengua bíblica: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí lo que has dicho.» (Lc. 1, 38) Su virginidad parece así una consagración, un don de amor exclusivo al Señor. 

Mucha gente moderna se extraña ante tal decisión de María: ¿Cómo pensaría María en mantenerse virgen en el matrimonio, especialmente en el pueblo judío, que no valoraba la virginidad? 

Incluso en las iglesias no-católicas muchas personas al leer en el Evangelio la expresión «hermanos de Jesús» concluyen sin más que María tuvo otros hijos después de Jesús. (En otra carta les he hablado claramente de este asunto y está muy claro en la Biblia que Jesús no tenía hermanos en el sentido estricto de esta palabra.) 

Pero lo grave es que muchas sectas están deseosas de negar sin más la virginidad de María. ¿A qué se debe esto? 

Sin duda, a vanos prejuicios y a falta de conocimientos bíblicos. ¿O será por el prurito de buscarle «peros» y dificultades a la religión católica? 

Virgen debía ser aquella que, desde el comienzo, fue elegida por Dios para recibir a su propio Hijo en un acto de fe perfecta. Ella, que daría a Jesús su sangre, sus rasgos hereditarios, su carácter y su educación primera, debía haber crecido a la sombra del templo de Jerusalén, como dice una antigua tradición, y el Todopoderoso, cual flor secreta que nadie hiciera suya, la guardó para sus divinos designios. 

Es por eso que María renunció a todo menos al Dios vivo. Y así en adelante ella será el modelo de muchos que, renunciando a muchas cosas, entrarán al Reino y obtendrán la única recompensa que es Dios. 

Consideración final. 

Para un hombre o una mujer creyente, no es cosa excepcional renunciar definitivamente al sexo, es decir, a tener relaciones sexuales. 

Hay un sinnúmero de ejemplos de jóvenes que, desde muy temprano, han intuido que este camino evangélico es un camino más directo para acercarse mejor a Jesús: Sor Teresa de Los Andes, el Padre Hurtado y tantos otros. 

¿Acaso María era menos inteligente que ellos o menos capaz de percibir las cosas de Dios? ¿No podía ella captar por sí misma lo que dirá Jesús respecto a la virginidad elegida por amor al Reino? (Mt. 19,12) Y después de ser visitada en forma única por el Espíritu Santo, que es el soplo del amor de Dios, ¿necesitaría María todavía las caricias amorosas de José? 

Si la historia de la Iglesia nos proporciona tantos ejemplos del amor celoso de Dios para quienes fueron sus amigos y sus santos... ¿Cómo iba a ser menos para aquella mujer, María, que fue «llena de gracia»? 

¡Qué torpeza inconsciente son las sinrazones de aquellos que se olvidan de la Tradición de los Apóstoles, la cual proclama que María fue y permaneció siempre virgen! 

Rechazar la virginidad de María... ¡qué manera de rebajar las maravillas de Dios! 

María deseaba ser totalmente de Dios y con el «sí» de la Anunciación ella se consagró total y exclusivamente al plan de Dios: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí conforme a tu palabra.» (Lc. 1, 38) 

Realmente es incomprensible la fobia de algunos de nuestros hermanos evangélicos que tratan de denigrar y rebajar la dignidad de María. Nunca predican sobre ella, y en repetidos casos han destruido sus imágenes. 

Nosotros debemos tener bien fundamentado nuestro culto y veneración por María y tenemos que seguir proclamando sus alabanzas, tal como ella ya lo anticipó en el canto del Magnificat. 

Por otra parte, María aparece unida a Jesús en la encarnación, en el nacimiento, vida, pasión y muerte de su Hijo Jesús y también en la primitiva Iglesia. Ahora bien, el mismo Jesús dice: «Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.» 

Honremos pues a María y redoblemos nuestros esfuerzos por quererla, por nosotros y por quienes la desconocen. 

Décima del Canto a lo Divino: 

Bendita sea tu pureza 
y eternamente lo sea 
pues todo un Dios se recrea 
en tan graciosa belleza. 
A ti, celestial princesa 
Virgen sagrada María 
yo te ofrezco en este día 
alma, vida y corazón, 
mírame con compasión, 
no me dejes, Madre mía.

Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fé.