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Concebirás en tu vientre ...
Padre Felipe Santos Campaña SDB
Texto:
Concebirás en tu vientre y vas a dar a luz a un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús".
“Comentario:
¿Cómo recibiste estas palabras?
A pesar de que el miedo se me había ido y empezaba a sentirme segura de mí
misma, estas palabras me confundieron mucho más. Y me preguntaba: ¿Madre yo?
¿No sabe este mensajero que he hecho voto de virgen en secreto?
Concebirás en tu vientre Pensaba que se reía de mi. Me dediqué a limpiar la
casa, a ayudar a mis padres en las tareas del hogar, pero esta idea de ser
madre me daba vueltas y más vueltas por la mente y hasta se turbaba mi
corazón.
Me detuve. Pensé que lo mejor era comunicárselo a mis padres, Joaquín y Ana.
Se lo dije con toda franqueza. Ellos, con cara de admiración, me dijeron:
Hija, sigue lo que te diga el Señor. En el clima que se respira en casa, es
él quien manda, no nosotros.
Estas palabras me consolaron y, unidas a las del mensajero de que "no
temiera", me repuse del susto que tenía en mi cuerpo y de la turbación que
sacudía mi alma delicada.
¿No te consolaron las palabras posteriores del mensajero: "...El será grande
y será llamado hijo del Altísimo, y el Señor Dios ledará el trono de David
su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá
fin".
Por supuesto. Pero no salía de mi asombro. Era joven y no
entendía mucho de estos misterios tan recónditos para mi sencillez. Tan
débil, con tan pocas fuerzas y siendo aún tan joven, ¿cómo iba a aguantar un
embarazo? Y me venían dudas terribles. A nivel humano me lo pasé francamente
mal. Y ante estas circunstancias, el mensajero me habla de nuevo así:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios...que
ninguna cosa es imposible para Dios".
Me quedé más sorprendida aún con su nueva intervención.
No entendía nada absolutamente de lo que me dijo. Es la actitud normal del
joven ayer, hoy y mañana. Lo que me importó no fue que no entendiera, sino
cómo se podría realizar en mí ese milagro. Acudí de nuevo a mis padres que
sabían mucho del Antiguo Testamento y de las profecías.
Ellos, humildes y casi emocionados por lo que les contaba, me decían: Hija,
no pidas explicaciones al milagro, al misterio.Déjate amar por Dios.
¿Sabes lo que puedes hacer, María? ¿Qué?,
Les dije a mis padres. Y ellos me contestaron: Siéntete orgullosa,
hija,porque el mismo Dios ha puesto en ti toda su confianza.
El te ha confiado lo más grande que va a hacer en el mundo: de ti va a nacer
su Hijo amado hecho hombre en tus entrañas.
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