“Ella es una arcilla divinamente moldeada por el artista divino, la materia perfectamente proporcionada para una encarnación divina, la levadura con la cual toda la masa del género humano ha entrado en fermentación” (Andrés de Creta, siglo VIII).

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

Comentario: María, ¡qué suerte has tenido! Nada menos que el Arquitecto del mundo ha pensado en ti para hacer de tu vida la mejor morada. No tiene parangón con ninguna otra. En ella habitará nada menos que su Hijo amado, Jesús. Gracias a tu sí el mundo ha cambiado totalmente. Si antes el infierno era la morada de cuantos morían, ahora- desde que tu Hijo resucitó- todo ha cambiado.

Me gusta mucho que la primera visita que hizo tu Hijo al resucitar, fue ir a los infiernos para sacar de allí a todos los que habían muerto antes del mejor y supremo acontecimiento de la historia: la Resurrección.

Por experiencia te digo, Virgen María, que nadie que acuda a ti con fe y confianza, se siente defraudado. Al contrario, eres tan linda y buena que a todos nos ayudas con amor sensacional, en nada parecido al amor humano que, algunas veces, se torna egoísta.

Te doy mi vida. Te hago sitio en ella para que sea una morada lo más digna posible de tu persona de madre auxiliadora. Gracias por librarme- como ayer- de aquella tentación que me llevó casi al principio de caer en ella. Pero, María, ¿quién puede cometer pecado si nuestra vida es la morada en la que habita Dios?

Oración: María, esta mañana, ante tu presencia en la capilla, me he dado cuenta de la grandeza que Dios me ha dado. También soy su morada en la que él habita. Si en cada momento viviera esta realidad, jamás sería indigno de este Huésped que me habita, me protege y me relanza por los caminos impresionantes de la virtud. Haz que siempre me acuerde de ti como esta oración de los griegos “Memorare”. Gracias.