María, Nuestra Madre, a pesar de los detractores

Jorge Leyva Durán 

 

Hace unos días un presentador de TV de un programa X, resolvió sentar cátedra con la tesis que María, la Madre de Jesús, como la vemos los católicos, es un invento del siglo cuarto, copiado de alguna secta oriental que adoraba a una mujer. Ese individuo habló con tal propiedad que fácilmente convenció a más de uno. Por esto, y porque no es la primera vez que algún supuesto erudito usa los medios de comunicación y la mentira para minar la Fe de los cristianos, vale la pena recordar que: las Escrituras son un puente monolítico -santo, perfecto y necesario- entre el Cielo y la tierra, entre Dios y los hombres, entre la Fe y la razón, entre el tiempo y la eternidad; que el Antiguo Testamento en cada uno de sus componentes prefigura o tipifica la venida de Jesús como el Hijo de Dios: el Mesías, el Redentor; que el Nuevo Testamento recoge la revelación de Cristo proyectada desde el Génesis; que su lectura requiere de formación y Fe, y que la Biblia no es para acomodarla, es para quererla y vivirla, en su sentido revelador integral, sin el cual es difícil no terminar tan perdidos como el tesoro de Salomón. 

Por esto mismo, si se leen las Escrituras con la disciplina debida, es imposible desconocer el papel de María en la Redención, anunciado desde las primeras páginas de la Biblia hasta las últimas páginas del Apocalipsis. Y no se trata de argumentos afectivos por defender a Aquella que consideramos Madre Nuestra. Se trata de entender la razón de ser de Cristo en nuestras vidas: si María la madre de Cristo, no es la prefigurada en las escrituras, tal como fue tipificada por los Profetas, Jesús no sería el Mesías y evidentemente estaríamos en el lugar equivocado. Con lo anterior queda claro que quitarle una sola coma a las enseñanzas formales de la Iglesia sobre María, es tanto como mutilar a Jesús y su revelación, ¿Cómo desconocer que cualquier pronunciamiento formal de la Iglesia al respecto es el resultado de años, y a veces siglos, de tradición, consultas, investigaciones rigurosas, estudios documentales exhaustivos, reflexiones colectivas y por supuesto oración y la presencia del Espíritu Santo?

Esto claro, conviene subrayar una de las verdades mas formidables de nuestra fe: Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo- es familia perfecta y eterna, y por su amor infinito, ofreció a Adán, Noé, Abrahán, Moisés y David formar una Alianza que nos haría miembros de esa Familia Divina, participando de todos los privilegios y atributos que implica ser parte de la familia de Dios. También sabemos que el hombre no cumplió con lo pactado. Lo que llevó al Padre Celestial a optar por una medida extrema para salvarlo: la encarnación de su Hijo Eterno, de manera que Éste, siendo Dios y hombre, mediante su desprendimiento y sacrificio, estableciera una Alianza nueva y definitiva. Así, por la encarnación del Hijo en María se renovó esa Alianza. De esta manera, por el bautismo y la acción del Espíritu Santo, somos hijos de Dios Padre, hermanos de Jesús, y claro, Hijos de su Madre: María. 

Y a los interesados en entender mejor el papel de María en la redención, les recordamos algunas referencias bíblicas: "Arca de la Nueva Alianza", "la mujer vestida de sol, y la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza… parió un hijo varón, el cual había de regir todas las naciones…", "he aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo..", "todas las generaciones me llamarán bienaventurada". Citas que evidentemente no son imaginación de Roma del siglo IV. Ahora, si quieren más sobre la Virgen, podrían leer a San Lucas, o a San Justino, San Ireneo y Tertuliano, primera o segunda generación de discípulos de los apóstoles, o podrían visitar las pinturas de la Virgen en las Catacumbas... Lo que no tiene explicación es que un programa de TV se burle de las nuestras verdades mas queridas. ¿Será que el derecho al respeto por las creencias del televidente no incluye a los católicos?

Fuente: elcatolicismo.com.co