Virgen Marinera "Del Valle"

Padre Marcelo Rivas Sánchez 

 

Lo esencial es reflejar en nuestras vidas las virtudes de María, madre de Dios y madre nuestra.

Si existe, no lo conozco. En todo el oriente, pero todos, sin excepción tienen que ver con la Virgen del Valle. Aquella imagen de la Inmaculada que fue traída al Valle del Espíritu Santo en Margarita. Imagen que cuando, por decisión personal, iba a ser embarcada para llevarla a casa de sus “dueños” hizo saltar y crecer las olas para que ninguna embarcación pudiera entrar o salir. Esa imagen que a la llegada de aquel famoso Pirata que desvalijó a la isla, no pudo encontrar la gruta que el pueblo fiel le había construido y llenado de oro, plata y miles de regalos. Esa que fue llevada por los sacerdotes a la explanada del Valle y que hoy sirve y es motivo de hiperdulía, (máxima veneración). De la imagen de la Virgen del Valle estoy hablando y de ella cada 15 de agosto, fiesta de la Asunción, todos los nacidos y venidos tienen que mirar y elevar una plegaria de acción de gracias.

A esta súper conocida y querida imagen necesitamos especificar “ciertos” peligros que de tanto repetirlos se está haciendo muy común entre sus devotos. 

Estamos falseando lo esencial a su devoción: son muchos, demasiados los que vamos a su Santuario y nos quedamos con ir, pero nos quedamos tan vacíos que solamente volviendo cada año es que “nos recargamos”. Es muy peligroso que estemos haciendo turismo religioso y nuestra vida familiar, vecinal y laboral siga de mal en peor. Hasta la llevamos en la cartera, en el carro y la tenemos en el escritorio pero como adorno y nada más. Lo esencial es reflejar en nuestras vidas las virtudes de María, madre de Dios y madre nuestra. Para ello necesitamos, de manera especial, tocar con mucho cuidado las primeras páginas del evangelista san Lucas. Allí se nos narrará el significado exacto de María escogida por Dios para traernos al Salvador de la humanidad.

Muchas flores y adornos: cuestión que no es criticable, todo lo contrario es una muestra de la fe, pero que no es la totalidad de lo que significa y quiere la Virgen María para con sus devotos. Estamos acostumbrados a ofrecer. Recuerdo aquella comadre que se puso muy brava conmigo, pues ella vino a pedirme dinero para ir a Margarita a pagar una promesa. Yo le dije: que la Madre de Dios está en todas partes y además, no será que usted está buscando echar un paseo por la isla y hacer unas compras. Yo he escuchado lo siguiente. Virgen del Valle si me haces el milagro te compro tantas velas y si no me lo haces no te prendo ninguna. A la virgen lo que le importa de verdad, es la vida. Una vida recta y llena de caridad para con el prójimo. Una vida donde los sacramentos vividos y asumidos con ánimo cristiano sean las flores y los adornos que embellezcan nuestras vidas. 

Oración y emoción: al llegar a su Santuario. Al escuchar sus milagros. Al oír una fulía margariteña y al verla pasar en procesión se despierta en muchos una emotividad tan de nosotros que la música, los cohetes, las flores y los actos son pocos para ofrecerlos a la Virgen del Valle. He experimentado en mis 10 años de vida parroquial en el Valle de Puerto Sucre esas manifestaciones de fe y de emoción donde los gritos lanzados en oración son testigos de excepción. Lástima, y digo lástima como una queja, pues al pasar la imagen, la emotividad, casi de inmediato, tan natural seguimos con la vida “loca” bien cantada por Ricky Martin. Una vida que “para nada” tiene que ver la Virgen, pues se sigue igual y cuidado si es peor. 

Comunidades enteras que se esfuerzan y se unen para reparar, limpiar y adornar sus calles y al otro día siguen tan divididos y enfrentados como siempre. Hay el caso que por una bambalina mal puesta o no colocada la división se ha acentuado que desde ese día se declararon la guerra y con la virgen de testigo.

Ayúdame y adiós: una práctica tan vieja como el mundo. Buscamos a la Virgen, y de manera especial a la del Valle, para que nos ayude y al tener el “milagro” nos perdemos. Es como una búsqueda por necesidad y una huída sin pensarlo, pero que se huye sin quererlo. Es toda una práctica “religiosa” que se parece a una farmacia. Voy a ella cuando tengo necesidad de una medicina porque estoy enfermo, de resto no voy o no me hace falta. 

La devoción a la Virgen debe ser sincera y estar centrada en un hecho religioso que marca y da vida al cristiano que la practica dentro de su fe. Es decir, que necesitamos madurar toda manifestación de fe hacia la Madre de Dios. Manifestación que debe ser comprendida y vivida en lo esencial al misterio Encarnado del Verbo de Dios en el vientre virginal de María. No es una mera devoción a una imagen que pasa o una serie de actos por salir del paso ante la fiesta o el movimiento de la imagen por mi calle o vecindario. Es algo mucho más y serio que la simple visita. De ahí el peligro de flores, adornos, velas, oraciones emotivas que en el adiós rutinario seguimos tan campantes que no hay cambio ni reflexión. 

Hagamos el siguiente camino de acción: 

· Voy, seriamente, a conocer la historia y la vida de la Virgen María. Evangelios, Catecismo de la Iglesia Católica, libros de devoción. Con una lectura diaria de 5 minutos. En dos meses tendremos una idea diligente de quien es la Virgen María. 

· Me voy a preguntar: ¿cuál es mi devoción? Y al escogerla o tenerla voy a tratar de conocerla. ¿Dónde está? ¿Cómo apareció o llegó? ¿Cuáles son sus virtudes? ¿Qué implica ser su devoto? ¿Cuáles son mis obligaciones? Eso tarda tres meses. Ya van seis del año. 

· Cerca de mi casa hay un templo parroquial. Debo asistir y allí voy a encontrar, de seguro, mi devoción mariana. ¿Por qué no formas parte de ese grupo de personas? Ellos te ayudaran y tu ayudarás a ellos a hacer crecer, seriamente, la devoción. Otros seis meses. En un año eres una persona perfectamente realizada, como un creyente serio y dinámico para no verla pasar, sino para vivir la fe desde María, la Virgen, para gloria de Dios.