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María
te ofrece al Hijo de Dios
Padre
Mariano de Blas. L.C
1-
En aquel templo se habían ofrecido muchos animales, en particular
abundantes corderos. Muy poco valían- aquel día una joven madre ofrecía
un par de tórtolas con una mano y con la otra y con el corazón ofrecía la
ofrenda mejor, salida de sus purísimas entrañas, al Hijo de Dios envuelto
en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para esta ofrenda
única. El Padre la aceptó totalmente satisfecho. Tomó aquel puñadito de
carne de manos de María diciendo. Este es mi Hijo muy amado en quien tengo
todas mis complacencias. ¡Gracias, María! ¡Gracias, Hijo mío”. Acepto
la ofrenda, acepto el Cordero sin mancha”.
Nadie supo, nadie vio salvo dos privilegiados testigos, Ana y Simeón, la
singularidad del momento y la grandeza de la ofrenda. Y siguió la fila de
animales ofrecidos sin importancia.
Todo lo que tenga valor en el futuro solo lo tendrá si va unido a aquella
ofrenda. Cuando el sacerdote eleva en la misa el cáliz y la hostia
consagrados repite el gesto de María en aquella mañana: Por Cristo, Con Él
y en Él, a Ti, Dios Padre Omnipotente todo honor y toda gloria por los
siglos de los siglos.
2- Como en todo sacrificio aparece el cuchillo que se clava y la sangre que
brota. Ese cuchillo se clavó ya un poco en el alma de María. Se clavaría
hasta la empuñadura en el Calvario, atravesando el corazón de una virgen y
una madre. Y se convertiría en cinco cuchillos, para las dos manos, para
los dos pies. Y si algo de vida quedaba, para matarla del todo hundiéndose
en el corazón. El Calvario era el monte del sacrificio: del sacrificio de
la segunda Eva. Ahí murió casi del todo María. Y del segundo Adán:
totalmente muerto.
3- Nuestra presentación en el templo:
Fue en el bautismo. Éramos niños, pero no inocentes. El bisturí extrajo
el pecado original. Morimos al pecado para vivir para Dios. Quedamos señalados
con el signo de Cristo: cristianos. Por eso nuestra ofrenda fue agradable al
Padre. Lo que debemos hacer en la vida es vivir como cristianos y morir como
cristianos, para reinar con Cristo por toda la eternidad. Nuestra señal
cristiana es la que nos vuelve aceptos al Padre y nos devuelve la imagen y
semejanza de Dios, que es la cruz de Jesucristo. Como religiosos resaltamos
esa cruz en rojo, en sangre y sacrificio.
4- En el Calvario corrió mucha sangre, sangre divina, y se rompieron las
compuertas del amor del Padre y del amor de María. Tanto amor y tanto dolor
con puedo hacerlos inútiles con la infidelidad total y la condenación.
Todos los condenados gritan a Dios: “Moriste por mí de sobra”. Esta es
la blasfemia más horrible. Y gritan a María: Tu dolor fue para nada” ¿Cómo
gritar ese insulto a María?
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