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María, Mujer de corazón y sentimientos
Padre Juan Manuel del Río
C.Ss.R.
María, LA LLENA DE GRACIA, se enteró por el ángel (Lc. 1,26-38) de dos cosas:
• que Dios le pedía ser la Madre de su Hijo, al hacerse Hombre.
• que “su prima Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y la que llamaban estéril está ya de seis meses”. Va a ser madre. Que para Dios no hay nada imposible” (Lc. 1,36-37).
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¿Cuál es la respuesta de María?
• Abrir el corazón a Dios.
• Y al prójimo.
Abre el corazón a Dios: “Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho” (Lucas 1,38).
Abre el corazón al prójimo. En este caso el prójimo más inmediato y necesitado es su prima Isabel, a punto de dar a luz. María se pone en camino y va a Ain Karen para atenderla.
Todo esto es posible desde la fe. María es Mujer de fe. La fe lleva a la solidaridad.
La fe lleva también a salir de uno mismo. Por eso, María no se queda cerrada en sí misma, en plan idílico y narcisista. Por el contrario:
• No se encierra en su mundo feliz, pensando que va a ser madre, que colma una aspiración primaria en cualquier mujer. Que incluso puede necesitar la asesoría de otras personas, por ser madre primeriza.
• Tampoco se lanza a publicar su secreto privilegio y su alegría.
María sale de su mundo y viaja a toda prisa a la montaña, a Ain Karen, (Lc. 1,39), lejos, a más de 120 km de Nazaret para ayudar a Isabel.
Es el modo que tiene de ser una Mujer solidaria.
Y todo, en aras de la fe en el Dios que se hace pequeño, que se hace solidario. El Dios con nosotros.
Al saludo de su prima responde con el Magnificat: (Lc.1,46-55). Y glorifica al Dios de los humildes.
• El Dios Liberador, Salvador: “Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”.
• El Dios de la Santidad. La santidad de Dios es su misericordia infinita para con los hombres.
• El Dios de los pobres.
María es solidaria con el Dios Santo y Todopoderoso, solidario con los humildes, con los explotados, con los parias de la tierra.
Pero donde María va a mostrar mejor su solidaridad es al lado de su Hijo que muere en la cruz.
El Dios de la vida, de la solidaridad es el mismo que lleva a Jesús a la pasión y a la cruz por la salvación de todos. Un acto sublime, que los humanos no somos capaces de entender porque rebasa los parámetros d nuestra capacidad de entendimiento.
Una consecuencia se deriva de todo esto:
Para solidarios de verdad, hay que serlo según lo es Dios, y según lo fue María.
Otro momento clarificador para nosotros de su solidaridad es el de las bodas de Caná:
“No tienen vino” (Jn. 2,3). Y tuvieron vino, y hubo alegría y fiesta. Y la boda fue icono de solidaridad y unidad.
Así es como María se nos muestra como una Mujer de sentimientos y de corazón. Porque el corazón es una puerta abierta siempre a los demás.
Y los demás, se llaman Dios y el prójimo. Que Dios está, sobre todo, en los más necesitados.
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