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Fiesta
de la Sagrada Familia de Jesús, María y José
Padre
Rafael Domínguez Johnson ss.cc.
Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (Ciclo
C). Lc. 2, 41-52.
Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban?¿No sabían
que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”(Lc. 2, 49).
En esta Fiesta, nuestras miradas se vuelven con cariño hacia la
Sagrada Familia, para que ayudados por ella, aprendamos el cómo
ser mejor familia de Dios en nuestra vida cotidiana.
En este día se nos invita de modo muy especial, el poder
revisar nuestras propias experiencias de familia, tanto en lo
positivo como lo negativo, haciendo lo posible por ir
descubriendo aquellas cosas a las cuales Dios nos va invitando a
ir mejorando.
Creo que las situaciones de cada familia, son cada vez más
diversas, ya que se une esto a la velocidad de los cambios en
nuestra sociedad, que van siendo cada vez mayores y más rápidos.
Un ejemplo muy fuerte de esto y que hace que la Institución
familiar vaya corriendo serios riesgos, es la incapacidad cada
vez mayor que se está teniendo a los compromisos definitivos,
como claramente lo es el Matrimonio. A los jóvenes les suena
cada vez más lejana la posibilidad de comprometerse con alguien
de por vida y poder formar una familia.
Es verdaderamente impactante este fenómeno que se está dando,
ya que no podemos negar los que tenemos más años, que antes
era natural el plantearse el formar un hogar, se hablaba con
naturalidad del casarse y tener hijos.
Esta falta de compromiso, es signo del individualismo cada vez más
presente, lo que hace que se va perdiendo la capacidad de una
entrega generosa, se va perdiendo la capacidad del amor
verdadero hacia los demás. Sin compromiso es muy difícil el
amar de verdad, ya que el amor exige entrega y compromiso, exige
salir de uno mismo.
Al mirar este Evangelio -en que podemos contemplar a la Sagrada
Familia- me llama profundamente la atención las palabras de Jesús
a María y José, cuando estos lo estaban buscando y lo logran
encontrar. Jesús da la clave de lo que debe reinar en toda
familia para poder ser tal de verdad. La clave está de vivir
verdaderamente centrados en las cosas de Dios, está en el tener
como centro de toda nuestra vida, al Señor.
Familias cristianas, yo les pregunto, ¿cómo vivimos la
centralidad del Señor en nuestras vidas?¿en dónde tenemos
principalmente puestas nuestras preocupaciones?¿somos capaces a
pesar de las incertidumbres propias de la vida, de tener a Jesús
como el centro de todo lo que vivimos?...
Podrían ser muchas más las preguntas, pero no hay duda, de que
cuando en todo buscamos hacer el querer de Dios, la familia se
ve fortalecida profundamente por el Señor.
Tal vez, al igual que a María y José, muchas veces nos cuesta
entender lo que el Señor nos dice (cfr. Lc.2, 50). No hay duda
que nuestra razón no logra entender a Dios totalmente, por lo
mismo, al igual que la Madre del Señor, debemos guardar todas
esas cosas en nuestro corazón (cfr. Lc. 2, 51); buscando el
entendimiento para responder a sus continuos llamados con
profundo amor.
Por último, que hermoso que Dios al hacerse hombre, haya
querido de manera tan hermosa, dignificar a la familia, viviendo
él mismo la experiencia de ser parte de una familia, en dónde
fue creciendo y desarrollándose (cfr.2, 52). En esto podemos
ver este llamado de Dios a no sólo crecer como familia, sino
que también el que ella sea fuente de un crecimiento integro.
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