Destellos Marianos del los Papas

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

Pío Xll: El Papa de la Asunción (1)

. Los nueve Papas, que han ocupado la Sede Apostólica durante el s. XX, todos ellos hablaron de la Virgen, ejerciendo su magisterio ordinario; pero sobresale con su magisterio extraordinario Pío Xll (1939-1958), quien definió solemnemente el dogma de la Asunción de a Virgen en cuerpo y alma al Cielo.
. Esta definición fue la meta de unánimes anhelos eclesiales, pues, desde la más remota tradición de Jerusalén centrada en el sepulcro de la Virgen y su santuario en Getsemaní, pasando por el relato de la muerte y resurrección de María escrito por el Pseudo-Melitón hacia finales del s. lV,
nunca se interrumpió la piadosa creencia en la Dormición - muerte - y Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo.
. Los hijos de San Bernardo mantendrían esta llama asuncionista, pues, la imagen de María asunta preside sus monasterios y ante ella se despiden cada atardecer con el canto de la Salve.
. La devoción del pueblo la vemos reflejada en que muchas catedrales desde la Edad Media están levantadas para honrar a la Virgen en su misterio de la Asunción.
. Después de que Pío lX (1846-1878) definió el dogma de la Inmaculada Concepción, muchos obispos pidieron al Papa que se declarase también el dogma de la Asunción de María al Cielo. A partir de entonces fueron apremiantes las peticiones, que llegaron a Roma, solicitando la pronta definición. En 1942 la Santa Sede publicó dos gruesos volúmenes donde se recogían estas vivas instancias desde el año 1869, inicio del Concilio Vaticano l hasta aquel momento.
. El movimiento asuncionista había llegado a un ascenso tal que Pío Xll creyó que había llegado el momento de la definición. El 1 de mayo de 1946 dirigió una carta a todos los Obispos del mundo preguntándoles si ellos creían que se podía proponer y definir como dogma de fe, y si el clero y el pueblo lo deseaban. La respuesta fue casi unánimemente afirmativa, el Papa vio en este consentimiento del episcopado católico y de los fieles una manifestación cierta e infalible de que tal privilegio era verdad revelada por Dios.
. En la Basílica de San Pedro de Roma, con la asistencia de 600 Obispos de todo el mundo, ante más de 600.000 personas que siguieron la ceremonia desde la plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliación, y medio mundo a través de la radio y televisión, el 1 de Noviembre de 1950 Pío Xll declaró como dogma de fe la Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo con estas palabras: Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre fue llevada a la gloria celestial en cuerpo y alma.
. Después de la lectura de la Bula de la definición dogmática Munificentissimus Deus cinco mil palomas mensajeras alzan el vuelo y revolotean unos momentos sobre la Plaza de San Pedro. Todo fue preparado con finura y cariño y no exento cada detalle de un mensaje y de amor:
- La Bula de la definición, aparte de su contenido teológico preparado minuciosamente en su parte doctrinal, también fue presentada artísticamente con una preciosa caligrafía, sobre un pergamino elaborado ex profeso con este destino: Consta de 26 folios y cerca de 6.000 palabras. Su elaboración técnica y artística fue costeada íntegramente por la Asociación de Hijas de María de la ciudad de Roma.
- La pluma con la que el Papa firmó la Bula de la definición fue un regalo de las Congregaciones marianas.
- Los micrófonos, que recogieron de labios del Pontífice las palabras de las fórmula dogmática, fueron donados por la Acción Católica.

. Después de la declaración del dogma de la infalibilidad del Papa proclamada en el Concilio Vaticano l, era la primera vez que el Romano Pontífice hacía uso de esa facultad, definiendo ex cathedra una verdad revelada por Dios: María fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. De esta manera el Papa colocaba en la corona de María la cuarta joya de otro dogma mariano.
. Este fue uno de los acontecimientos más gloriosos del largo y fecundo pontificado de Pío Xll, según él mismo confesó.