María, Mujer Eucarística

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Una de las aportaciones más originales de la encíclica “Ecclesia de Eucharistía” es su último capítulo, que lo dedica a la Virgen María, llamándole “María, mujer Eucarística”.
El Papa Juan Pablo II razona este título y nos dice que así como “Iglesia y Eucaristía” son inseparables, también lo son “María y Eucaristía” “María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento, porque tiene una relación profunda con Él”.
En la Eucaristía se encuentra Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Es hombre porque nace de una mujer, María, quien presta lo que cualquier mujer, para que nazca un hijo. El cuerpo de Cristo se formó en el seno de María y es el mismo que está presente en el Santísimo Sacramento, el mismo que padeció por nosotros la pasión.
“María es mujer eucarística con toda su vida”. Antes de que Jesús instituyese el sacramento eucarístico ya María había ofrecido con “fe eucarística” su seno virginal para que se encarnara el Hijo de Dios. “María con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el calvario, hizo suya la dimensión sacrifical de la Eucaristía” (n. 56)
“¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros apóstoles, las palabras de la Última Cena: “Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros”?. “Aquel cuerpo entregado como sacrificio es el mismo cuerpo concebido en su seno”.
La Eucaristía es el “Misterio de la fe” y por lo tanto “transciende en gran manera nuestra comprensión hasta ser una llamada a un abandono a la palabra de Dios”. María es la gran mujer de fe. El momento eucarístico en al vida de María tiene lugar en la anunciación, cuando María dice sí a Dios. El consentimiento de María fue uno de los momentos más importantes en la historia de la salvación.
Aquel “Fiat” de María, el Papa lo relaciona con el “amén” que decimos antes de comulgar. Con su respuesta afirmativa dio carne al Hijo de Dios y con nuestro “amén” creemos que a quien vamos a recibir en la comunión es aquel mismo Hijo de María que también es Hijo de Dios.
El Papa también se fija en la relación de María con la Eucaristía cuando nos propone la visita de María a su prima Isabel. Ella lleva en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, María se convierte en el primer sagrario de la historia, permite que Isabel lo adore, aunque invisible a la mirada humana, reconoce a María como Madre del Salvador.
María al ser “descubierta” tiene una actitud eucarística en su canto de acción de gracias, en el Magnificat, rememorando todas las promesas hechas por Dios en la Historia de la salvación, comenzando desde Abrahan y a los antepasados, reconociendo la mayor maravilla, la del Hijo de Dios hecho hombre.
Uno de los Papas escribió la oración: “Ave Verum Corpus natum de María Virgine: “Saludo al verdadero cuerpo nacido de la Virgen María. En un principio el pueblo la rezaba en la elevación de la Hostia en la Misa, recordando en aquel momento que el Cuerpo de Cristo es el que nos dio María, salido de sus entrañas.
“Juan Pablo II introdujo en los misterio luminosos del Rosario: La institución de la Eucaristía para que con los ojos de María contemplemos el rostro de Cristo.