Dimensión mariana de la vida del cristiano

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 Tres son las dimensiones que tiene la persona humana: Individual (cada uno de nosotros es único e irrepetible, distinto de los demás), social (vivimos en comunidad, dependemos unos de otros), la trascendental (Dios nos es necesario en nuestra vida venimos de Él, estamos en Él y hacia Él vamos).
 El cristiano tiene las tres anteriores y otra más, la dimensión mariana.
 Cristo nos ha dado a María como madre. La maternidad determina siempre una relación única e irrepetible entre la madre y el hijo. Una madre puede tener varios hijos, pero con cada uno de ellos mantiene una única e irrepetible relación.
 El Papa Juan Pablo II en el número 45 de la encíclica “Redemptoris Mater” nos dice: “La maternidad de María, que se convierte en herencia del hombre, es un don; un don que Cristo nos hace personalmente a cada hombre”. 
 La Iglesia nace del costado de Cristo en el calvario y allí es donde confía el tesoro que tenía en la tierra, su Madre, al discípulo y en él a todos nosotros. Allí se inicia en la Iglesia la verdadera devoción mariana: “A los pies de la cruz comienza aquella especial entrega del hombre a la Madre de Cristo, que en la historia de la Iglesia se ha ejercido y expresado posteriormente de modos diversos”.
 La respuesta que Juan hace a la entrega hecha por Jesús fue la del amor a la Madre. “La acogió en su casa”, como tiene que ser la de cualquier cristiano que entre sus cosas propias acoge a la Madre de Cristo.
 Ya nos había dicho Pablo VI: “Todo cristiano tiene que ser mariano”.
 El cristiano evoca a Cristo, que es Hijo de María.
 La relación entre los cristianos tiene que estar marcada por el amor, que es el distintivo, y nadie como la madre sabe suscitar y mantener el amor entre los hermanos. La dimensión mariana de la vida no me desviará de mi final que es Cristo, sino que me ayudará a conseguirlo. Las únicas palabras que encontramos en el Evangelio dirigidas por María a los hombres y que nos podemos aplicar son: “Haced lo que Él os diga”. Con esto nos demuestra que no viene a suplantar en nuestra vida a Jesús, sino que hacia Él nos orienta.