María propiedad exclusiva de Dios

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

1.- Dios lo proyectó:
. Desde la eternidad Dios tuvo sus planes en orden a nuestra salvación y entre ellos estaba como pieza clave María.

. El la eligió para que fuese su Madre, como prerrogativa de su predilección y poder la quiso especial, no en cuanto a la naturaleza, pues, la quería de nuestra raza, sino en cuanto a los privilegios con que la quiso adornar.

. Dios fue el único que pudo elegir a su madre, y la hizo "a su gusto. No permitió que ni por un instante estuviera sometida bajo el dominio de Satanás. El venía a librarnos del pecado y en atención a sus méritos redentores hizo que su Madre disfrutase constantemente de la vida de la gracia, por eso María fue concebida sin pecado original, y nosotros la llamamos "La Inmaculada", "La Purísima", "La sin pecado". Dios la quiso toda y siempre para Sí.

. Nuestra estrecha inteligencia no comprende los designios ni planes de Dios, si no nos lo revela; y una vez que lo ha hecho no es capaz de comprenderlos, sino aceptarlos, presentándole así al Señor el obsequio de su inteligencia, consciente de sus limitaciones, pero conocedora del poder y amor inmenso de Dios para con los hombres.


. Para que a los hombres no nos cogiera de sorpresa este proyecto de Dios para con su Madre, varios siglos antes por medio del profeta Isaías nos anunció que el Mesías nacería de una Madre, que al mismo tiempo permanecería siendo Virgen como muestra del poder de Dios para cumplir su palabra de que un descendiente de David sería el Mesías: "He aquí que una virgen ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel" (Is. 7, 14). Quería la integridad de su Madre, pues, ya desde su concepción le pertenecía totalmente.

2.- María lo aceptó:

. La obsesión de María, como sería la de Jesús, fue aceptar la voluntad del Padre; una vez que la conoce, la acepta libremente y con alegría.

. Cuando se entera por el ángel del proyecto que tenía sobre Ella, para que fuera Madre del Mesías, no esperó a consultarlo con José, con quien estaba desposada, para ver si le daba su consentimiento, sino que lo aceptó con una plena disponibilidad: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc. l, 38). Se considera antes de Dios que de nadie, su total y exclusiva pertenencia a Dios lo manifiesta con el nombre que se atribuye esclava.

. En los distintos momentos de la vida de María la vemos ejercitar su total sumisión a la voluntad de Dios, así no retiene a su Hijo, cuando le llega el momento de cumplir con el encargo de anunciar el Reino de Dios, pues, sabe que no le pertenece, que Dios Padre le ha confiado una misión y no debe de impedírselo.

. Su amor maternal le hizo seguirle en algunos momentos de sus correrías apostólicas, pero no para estorbarle, ya que era la máxima discreción, no obstante alguno descubrió su presencia:

"Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su Madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con El. Alguien le dijo: Oye! Ahí fuera están tu Madre y tus hermanos que desean hablarte" (Mt. 12, 46-47).

. En el Calvario supo estar en su puesto de Madre del Redentor, uniendo su dolor a los de su Hijo, con la entereza de quien no sólo es oferente, sino libremente también se ofrece como víctima. Ella que había aceptado con su incondicional "Hágase en mí según tu palabra" (Lc. l, 38) el privilegio de ser Madre del Mesías sin perder el don estimado de su virginidad, supo respetar en todo momento la misión de quien venía a salvarnos de aquella manera tan dolorosa para el Hijo con repercusión para la Madre.

. María nunca tuvo la menor resistencia a cumplir la voluntad de Dios, por eso la gracia inicial santificante, que tuvo desde el primer momento de su concepción fue cada vez en aumento y siempre estuvo "llena de gracia". Nunca dejó de ser propiedad exclusiva de Dios.

. María tuvo como hijo natural al Unigénito de Dios Padre, nadie tiene derecho a llamarla Madre nadie más que Jesús; en este sentido es también propiedad exclusiva de Dios. Los demás le llamamos madre, porque Cristo nos la dio, cuando estaba junto a la cruz.

. Ella cumplió el mandato de Jesús: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". Tendió a la máxima perfección, cumpliendo el primer mandamiento de Dios : "Amar a Dios sobre todas las cosas". En su corazón no hubo más cabida que para Dios.