Experiencia mariana de Dios

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

En términos generales entendemos por experiencia el conocimiento que se adquiere mediante la práctica o acción.
Esto supone una manera de perfeccionarse y parece no cuadrar bien con el título de "Experiencia Mariana de Dios"; pero nuestro Dios se nos ha hecho cercano y presente en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, en cuanto a su condición humana sí podemos hablar de experiencia de Dios, pues, el mismo Evangelio nos dice: "Jesús progresaba en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc. 2, 52).

La experiencia mariana de Dios se encuentra en el centro de toda la Historia de la Salvación, ya que en el seno de María confluyen la divinidad y humanidad de Jesús; a partir del momento de su concepción Dios nos puede hablar de algo que hasta entonces no se podía concebir: El que Dios tuviera una madre de verdad, aquel "vacío" que tenía la divinidad, desde aquel momento se llenó con la voz del Hijo de Dios, que con todo derecho podía llamar a María: "Mamá".

La experiencia mariana de Dios no es otra que la de la Encarnación, es el punto convergente de todas las profecías y promesas mesiánicas del A. T., el cumplimiento de algunas y el inicio de otras en el N.T. Al respecto nos dice el teólogo Hans Urs Von Balthasar: "En el cruce de todos los caminos entre la Antigua y Nueva Alianza está presente la experiencia mariana de Dios, tan rica y misteriosa como difícil de describir".

La experiencia mariana de Dios cifrada en su condición de hijo, solamente de María, su Madre, recibe todo lo que los hombres le han podido dar, la naturaleza humana, y con ella tiene acceso al amor materno constante, tierno y generoso.

De los labios de María va aprendiendo la historia del Pueblo de Israel, el interés providente de Dios sobre sus elegidos, las oraciones que todo buen israelita tenía que dirigir a Dios.

De la mano de María aprendió a dar los primeros pasos, más tarde nos diría: "Si alguno quiere venir en pos de Mi, tome su cruz y sígame".

En el regazo de María se dormiría plácidamente, con la tranquilidad que le daba el verse seguro en manos de quien sabía que le quería sinceramente por ser su Madre.

Los oídos de María escucharían las primeras palabras balbucientes de su Hijo, quien a su vez se sentía correspondido con la respuesta llena de amor y ternura.

"En todo semejante a nosotros, menos en el pecado", por eso a Jesús todas las experiencias humanas por las que pasó, tuvieron que quedarle bien grabadas, ya que eran el resultado del trato cariñoso con su Madre.