María, mujer discreta

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Toda virtud se hace atractiva al contemplarla, aunque sea costoso el ejercitarla, las cosas no valen por lo que relumbran, sino por lo que son.

Entre las virtudes que encontramos en María "sobresale" la discreción, no por lo que aparece de deslumbrante, sino 
por lo contrario, por la aparente insignificancia de su grandeza.

Discreción que traducimos por saber estar, sin entrometerse en campo que no es suyo, y en saber decir aquello que se debe, sin callarse lo fundamental.

1.- Discreción en el hablar:

. ?Cuántas veces nos lamentamos de haber hablado más de lo que debiéramos!. Si siguiéramos el consejo de San Pablo: 
"Que vuestras palabras sean buenas, oportunas y edificantes" (Ef. 4, 29) no nos lamentaríamos de ello.

De María pocas palabras aparecen en el Evangelio, si todo es alucinador también son los silencios. ?Por qué los Evangelistas no nos informaron de todo aquello que nos gustaría saber de la Virgen?.

. De las pocas intervenciones que sabemos, dos están dirigidas al ángel. En una le pide explicación del misterio que le anuncia: "?Cómo será posible?" (Lc. 1, 34); en la otra declara su total e incondicional adhesión a los planes de Dios: "He aquí la esclava del Señor" (Lc. 1, 38).

. Dos veces se dirige a su prima Isabel: En una para saludarla (Lc. 1, 40) y en la otra para alabar al Señor con el Canto del Magníficat (Lc. 1, 46-56). Aquí es donde más se explaya, pues, bien era consciente de que todo lo que era se lo debía a la pura gratuidad de Dios, no a los méritos propios, lo reconoce en este himno de alabanza y no pierde el tiempo en comentar con nadie lo que bien sabía que era obra exclusiva de Dios, por eso se dirige a El para agradecérselo.

. No podían faltar las referencias al Hijo con quien tantas conversaciones mantuvo, no obstante el Evangelio nos ha dejado dos, distantes en el tiempo y en el tema, una refleja el interés de la madre por su Hijo al haberse quedado 
en el templo "Hijo, ?por qué nos has hecho esto?" (Lc. 2, 48), y la otra en la boda de Caná, donde Ella comienza a ejercitar su puesto de intercesora por sus hijos necesitados: "No tienen vino" (Jn. 2, 3). Es modelo de súplica, de petición. Bien sabía El lo que en aquellas pocas palabras quería decirle. A Jesús no se le "convence" por las muchas palabras, sino por la fe de quien presenta la súplica; por eso dirá El que si tuviéramos un poco de fe seríamos capaces de trasladar los montes.

. También a todos nos ha dejado unas palabras, nos podemos aplicar aquellas que dirigió a los criados de la boda: "Haced lo que El os diga" (Jn. 2, 5). ?Quién nos pudo decir más en menos palabras?. ?Qué recomendación más 
fructífera nos podía haber hecho?.

. Bien claro aparece aquí el puesto de María en nuestra vida, Ella nos dirige a Jesús, no quiere quedarse con nosotros. ?Quién tiene miedo a que el amor a María nos mengüe o nos aparte del amor de Cristo?. Ella nos marca muy bien su puesto en nuestra vida: La de ser orientadora hacia Cristo.

. ? Qué discreción más grande tiene María en sus palabras !.

Son pocas y todas ellas muy enjundiosas. Podemos aplicar aquí el adagio: Lo bueno si breve, dos veces bueno.

2.-Discreción en el obrar.

. Si del hablar de María poco nos han dejado los Evangelios, mucho menos nos han transmitido de sus obras.
Cuando María pudo tener un papel más notorio como fue en la vida oculta de Jesús, los Evangelistas dan la callada por respuesta; resumen los años de la vida de Jesús después del episodio en el templo con dos versículos, Lc. 2, 51-52: ?Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos... Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en 
gracia ante Dios y ante los hombres?. De María todo ese período lo resume el Evangelista en una frase toda ella cargada de una gran discreción: "Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (Lc. 2, 51).

. Durante la vida pública de Jesús Ella se retira y deja libremente que su Hijo cumpla con la misión que trae a la tierra. Aparece alguna vez como simple oyente, rompiendo esta discreción una mujer que la reconoció como Madre de Jesús: "Ahí están tu madre y tus hermanos" (Mt. 12, 47).

. La discreción es prudencia, no cobardía, por eso María aparece en los momentos difíciles de su Hijo, como en el Calvario: "Estaba junto a la cruz de Jesús su madre..."(Jn. 19, 25).

. Cuando esperan la venida del Espíritu Santo María aglutina junto a Sí a los Apóstoles, quienes una vez imbuidos con la fuerza de lo Alto irían por todo el mundo a proclamar el mensaje de salvación. Ella consciente de su condición de criatura nunca quiso con su presencia ni con sus palabras hacer sombra a su Hijo, se quedó con Juan cumpliendo así la última voluntad de Jesús en la cruz.