¿No le dejamos un sitio a la Virgen?

Padre Tomás Rodríguez Carbajo  


. Cuando el espacio es pequeño y hay muchos ocupantes, se suele abogar a la benevolencia de las personas, para que se incomoden, apretujándose un poco, y así poder beneficiarse alguno más del sitio libre recuperado.

. Refiriéndonos a los hogares de muchos cristianos, tendríamos que preguntarles Le dejáis un sitio a la Virgen en vuestro hogar?. Ella se puede hacer presente de muchas maneras, de ninguna es molesta, y siempre beneficiosa.
Fijémonos en las dos dimensiones de tiempo y espacio:

a.- Démosle un tiempo :

. Pablo Vl en la exhortación apostólica "Marialis Cultus" sobre la recta ordenación y desarrollo del culto a María en su n 54 nos dice: "Después de la celebración de la Liturgia de las Horas (cumbre a la que puede llegar la oración doméstica), no cabe duda de que el Rosario a la Santísima Virgen debe de ser considerado como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristina está invitada a rezar".

. El beneficio de la oración común es muy patente, lo recordaba aquel slogan del P. Peyton en su campaña del rosario: "Familia que reza unida, permanece unida".

La experiencia lo confirma: Los que rezan juntos, se aman más entre sí y aman más a Jesús, de donde se deduce que se excluye la división y ruptura conyugal, pues, de la oración se sacan fuerzas para el bregar diario.

. Es difícil reservar un tiempo, cuando todo parece poco para tragar lo que la T.V. nos echa, sacrificando el ameno diálogo necesario para conocerse debidamente los componentes de la familia, quienes a pesar de estar bajo el mismo techo muchos no conviven, sino que coexisten. 

b.- Dejémosle un sitio.


. Ella no va a ocupar un espacio que se necesite para un holgado desenvolvimiento en el hogar, estaría representada en una imagen, que colgada en una pared ayudaría a romper la fría secularidad mundana, que van reflejando las casas de muchos cristianos. No fue ésta "la piadosa costumbre de los antiguos", tampoco lo es de los cristianos orientales, en cuyas casas es común el sagrado rincón de los iconos.

. La tradición de los hogares cristianos incluye tener en sitios visibles crucifijos e imágenes de Cristo, de la Virgen, de los Santos. Cuanto más secularizado está el mudo más se necesitan estos signos externos religiosos.

. Estas imágenes son ayudas sensibles, que siempre se han empleado, y hacen bien, pues, al reflejar realidades sobrenaturales, nos sirven para despertar la fe, la oración y la devoción de quienes las tienen en casa o las contemplan.

. El segundo Concilio de Nicea en el año 787 nos habla de la legitimidad y untilidad de las imágenes:

1.- Legitimidad:

. Contra los iconoclastas que las consideraban inadecuadas nos dice: "Definimos con toda exactitud y cuidado que, de modo semejante a la imagen preciosa y vivificante cruz, han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra materia conveniente; en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y caminos, las de Nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, de la Inmaculada Señora Nuestra la Santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables". (D. 600).

2.- Utilidad.

. También trata el Concilio de explicar su utilidad para la piedad cristiana: "Porque cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su representación en la imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los originales, y a tributarles el saludo y veneración de honor" ( D. 600 ).

. Juan Pablo ll en la audiencia general del 29-X-97 refiriéndose al mencionado Concilio de Nicea nos dice: "Se trata de indicaciones, que valen de modo especial para el culto a la Virgen. Las imágenes, los iconos y las estatuas de la Virgen, que se hallan en casas, en lugares públicos, en innumerables iglesias y capillas, ayudan a los fieles a invocar su constante presencia, y a su misericordioso patrocinio en las diversas circunstancias de la vida. Haciendo concreta y casi visible la ternura maternal de la Virgen, invitan a dirigirse a Ella, a invocarla con confianza y a imitarla en su ejemplo de aceptación generosa de la voluntad divina".

. Al venerar las representaciones de María, lo que hacemos es honrar a la Madre de Jesús y también nuestra. No es esto motivo suficiente para dejarle un sitio en nuestro hogar?. No debemos tenerlas como adorno, sino como signo de devoción, pues, al mirarlas me acordaré de Ella y según mi estado de ánimo le pediré ayuda, le agradeceré su intercesión o simplemente la contemplaré para profundizar en su amor hacia mí. De Ella recibiré siempre la misma recomendación, que por ser repetitiva no pierde importancia: "Haced lo que El os diga" (Jn. 2, 5).