María Reina de todos los Santos

Padre Tomás Rodríguez Carbajo  


De un simple plumazo con esta invocación se quiere poner a María en lo más alto de la santidad conseguida por todas las criaturas humanas.
Motivos muy distintos tenemos para llamar a María "Reina de todos los Santos":

1.- En primer lugar, porque es la Madre del Rey le pertenece a Ella el título de Reina.

2.- Aventaja a todo ser humano en privilegios: "Es la bendita entre todas las mujeres", es la única que puede ostentar la gracia de tener por Hijo a Dios, no por mérito propio, sino por pura gratuidad de Dios, su actitud de colaboración a los planes de Dios la hacen partícipe en la gran obra de la Redención por la que los humanos podemos alcanzar la gran dignidad de ser partícipe de la naturaleza divina, que nos hace ser Santos.

3.- Aventaja a todos los Santos en virtudes y perfecciones, observa al respecto San Bernardo, el apóstol por excelencia de María en la Edad Media:
"No le falta a María:
Ni la fe de los Patriarcas,
ni la esperanza de los Profetas,
ni el celo de los Apóstoles, 
ni la constancia de los Mártires, 

ni la templanza de los Confesores,
ni la pureza de las Vírgenes".

Si María es modelo de todas las virtudes, los Santos tuvieron en Ella un espejo en donde mirarse, un estímulo para superarse. Ella como Madre reprodujo todas las virtudes, que están al alcance de las personas. La ejemplaridad de María está en todos los órdenes y para todos los estados. Nos confirma esto el ejemplo de los Santos, quienes con el auxilio de María han llegado al grado de perfección del que en el cielo disfrutan. No hay estado ni forma posible de vida que no encuentre en María la virtud o virtudes, que necesitan para sobresalir en un limpio pugilato de amor a Dios.
La intercesión de María nos es imprescindible en nuestra vida espiritual todo ello por pura gratuidad de Dios. Así nos lo ha contado el "Doctor Melifluo" (Maestro que destila miel), quien entre las alabanzas que dirige a María sobresale la que nos cuenta de su patrocinio y poderosa mediación: "Nada quiso darnos Dios que no pasase por manos de María. Tal es la voluntad de aquel que ha querido que todo lo conseguimos por su medio". 

Esto nos lleva a la conclusión de que toda persona santa tiene que ser mariana. Gráficamente nos lo decía San Juan de Avila. "Más quiero estar sin pellejo que sin devoción a María". Muchos se han distinguido por un singular amor filial a Nuestra Señora, pero todos se han acercado a Ella como modelo a imitar e intercesora a quien acudir. San Efrén, diácono (300 - 370) nos indica lo que María es para todos y cada uno de los Santos: "Oh Virgen, Vos sois el júbilo de los Santos".

No hay Santo, si no hay amor a Dios, y esto supone que amemos lo que El ama, al prójimo, entre los que tienen derecho al amor de los demás sobresale: María.

Son muchas las razones que tenemos para amarla:
. Es la Madre de Dios, a quien tengo que amar.
. Es mi Madre, este es el motivo para amarla.
. Es la Madre de la Iglesia, a la que pertenecemos.

El marianismo es una tónica común a todos los Santos, algunos sobresalen por el espíritu de invocación, otros por el de alabanza, gratitud, imitación y servicio. Los matices pueden ser distintos, pero su labor sigue siendo la misma, cumplir la recomendación que María nos ha dejado en el Evangelio: "Haced lo que El os diga". (Jn. 2, 5).
Los Santos ayudados por María e imitadores de sus virtudes nunca han superado al modelo, pues, la santidad está en proporción directa con el amor de Dios y ninguna criatura supera a María, ya que Ella es la "llena de gracia".
La misión para la que Dios la había escogido exigía que Ella sobresaliese entre todos por la santidad, que es el valor más cotizado por Dios, pues, su amor le hizo acercarse a nosotros hasta el punto de ser "en todo semejante a nosotros menos en el pecado", para que nosotros podamos participar de la naturaleza divina y ser santos.
A María la podemos contemplar en cada una de las virtudes: caridad, esperanza., fe, pureza, humildad etc.., y veremos como ninguna criatura la ha superado en el ejercicio de la misma, por eso con toda razón podemos llamarla "Reina de todos los Santos".