María super-mujer

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


María no es sólo una mujer, sino la Mujer. Queremos reforzar esta afirmación y por eso decimos que María es para nosotros los cristianos la Super-Mujer, porque sobresale entre todos por la dignidad que tiene, ya Ella proféticamente lo dijo en el Magníficat: "Bienaventurada me llamarán todas las generaciones (Lc. 1,48).
En Ella encontramos esas virtudes femeninas que tanto llaman la atención:
La sencillez de aldeana.
El cariño de prometida.
La dulzura de esposa.
El amor de madre.
La humildad de viuda.
Si Dios vio bueno todo lo que había creado, contempló como algo extraordinario a la que iba a ser su madre, pues, fue hecha de "encargo", de ahí que siendo natural su concepción, nacimiento y desarrollo de la vida, la quiso adornar de tales prerrogativas que parecía algo especial, extraordinario, escogido, pues, en Ella no hubo ni la más mínima sombra de pecado, apareciendo como el modelo de mujer, hasta el punto de que las mujeres bíblicas la anunciaron en figura: Eva la primera, Sara la fecunda, la bella Ester, la valerosa Judit, la inocente Raquel, la previsora Rebeca, Débora la valiente, la sublime Madre de los Macabeos.
Ella ocupa un lugar destacado en los Libros Sagrados desde el Génesis al Apocalipsis, pasando por los Evangelios. Dios la había hecho el prototipo de mujer, la hizo tal que sólo a Ella se le pueden atribuir algunos apelativos entre los que resalta como de manera especial: Madre de Dios. A ninguna mujer se le puede llamar asÍ. Si la maternidad es algo tan apropiado y querido para un desarrollo natural de la condición femenina, María llegó a un punto incomparable e inasequible: Madre de Dios. Por eso con toda razón podemos decir de María que es la Super-Mujer.