María invadida por la Alegría

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


Concepto equivocado de la alegría es creer que es algo que se compra, que se alquila o se disfruta por unos momentos, dejándonos después una resaca, consecuencia lógica de algo ficticio e inestable.
El valor de la alegría no se mide por su aparatosidad o unas muecas insulsas en personas, que quieren aparentar lo que realmente no tienen.
El valor de la alegría se mide por la causa que la motiva y no es necesario propagar a todos los vientos lo que tenemos, sino que cada uno disfruta en su interior lo que es.

1. - María es consciente de la alegría que le invade, como se trasluce en el Canto del Magníficat: "...se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" (Lc. 1, 47), realidad tan extraordinaria que se prolongará para siempre el reconocimiento de esta alegría: "Bienaventurada me llamarán todas las generaciones". (Lc. 1, 48)

2.- Los que la conocieron bien, la felicitan.
- El arcángel Gabriel, fiel embajador de Dios, la felicita por lo que es María: "La llena de gracia" (Lc. 1,28), razón por la que tiene derecho a disfrutar de la mayor alegría.
- Isabel bajo inspiración divina prorrumpe en mil parabienes y felicitaciones: "Bendita, Tú, entre las mujeres" (Lc. 1, 42).

3.- Hubo quien la reconoció dichosa y feliz al escuchar a su Hijo Jesús. "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron".

4. -
No pudo ocultar María su dicha y felicidad, por eso la Iglesia reconoce a María como persona invadida por la alegría, fruto del amor de Dios, le atribuye a Ella las palabras de Isaías, 61, 10: "Desbordo de gozo en el Señor y me alegro en mi Dios".
La razón de la alegría de María está en el amor a Dios, Ella desde siempre y por siempre le amó, por eso estuvo siempre invadida por la alegría.