En el regazo de María

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


Las primeras imágenes que encontramos de María nos la presentan con el Niño en su regazo. Es la 
manera práctica de enseñar teología a quienes no se iban a dedicar a este estudio, y, sin embargo, 
también la necesitan para sus vidas. Hasta mediados del pasado siglo no se define el segundo de los cuatro dogmas marianos, que profesamos en nuestra creencia católica; sólo estaba definido el dogma de la maternidad divina, por eso de esa manera plástica se representaba siempre a Jesús en el regazo de su Madre, pues, la grandeza de María está en su maternidad divina y este privilegio es el causante de todos los que tiene María.
Si a María la separamos de Jesús, no pasa de ser una mujer más, sin privilegios, que la distingan; 
toda su dignidad le viene por su destino de ser Madre de Dios.
A Jesús siempre lo encontramos, cuando acudimos a María, como le sucedió a los Pastores y a los 
Reyes Magos.
En el regazo de María estuvo muchas veces Jesús, no sólo de niño con centro de atracción de las 
miradas de las personas de alrededor, ni como plataforma de su niñez antes de lanzarse a la gran 
empresa de proclamar el Reino de Dios, sino también descansó en su regazo al concluir el sacrificio de la cruz, después de haber cumplido todo el programa de Redentor, que traía a la tierra.
El cristiano donde mejor "descansa" es - a la manera de Jesús - en el regazo de María, bien sea 
cargado de proyectos, ideales, como bagaje para su vida, que se le presenta por delante, bien sea 
rendido por el cansancio al declinar su vida.
La mejor peana para apoyarse Jesús es el regazo de su Madre, como también el mejor viril donde 
mostrar a todo un Dios, que se ha hecho cercano, visible y palpable para el hombre.