Facilidades Marianas

 


Juan Antonio Reig Pla, Obispo

Diocesis Segorbe-Castellón, España

 

 

 

Me viene a la memoria un vendedor de lotería de hace bastantes años que, en cada tren que pasaba por la estación, se asomaba a la puerta del vagón, enseñaba su ristra de papeles y voceaba simplemente: “¿y si tocara...?”. Por si sí, o por si no, mucha gente compraba un papelito de la tal lotería. 

La vida eterna que Dios nos promete, y Jesucristo nos alcanza con su Muerte y Resurrección, no es ninguna lotería. Pero muchos que presumen de agnósticos o de no practicantes, podrían plantearse esa misma pregunta: “¿y si fuera cierto...?”; porque quizá entonces enfocarían su vida de otra manera: aprovechando mejor las múltiples oportunidades que Dios nos ofrece para hacer el bien y evitar el mal. 

No obstante, este fin de semana, en que la ciudad de Castellón celebra a su Patrona la Virgen del Lledó, yo plantearía la cuestión en torno a la mediación maternal de María para acercarnos a Cristo. 

No es fácil hacerse rico pero “si nos tocara la lotería…”, piensan muchos. Bueno, pues Dios ha puesto a disposición de todos sus hijos una “lotería” que nos facilita extraordinariamente esa riqueza espiritual, que tanto se echa en falta en muchos cristianos. Una “lotería”, además, que no es azarosa o impredecible: “siempre toca”, como pregonan los feriantes más avispados. 

Esa lotería divina es la devoción filial a nuestra Madre y Señora la Virgen Santísima. Resulta el medio más fácil para enriquecer el alma con los dones de Dios. Y, a la vez, el camino más seguro para re-encontrar la misericordia divina, cada vez que nuestros pecados nos apartan del Señor. 

Algunos reprochan a la devoción mariana un exceso de sentimentalismo, porque ciertamente el sentimiento está presente en cualquier relación materno-filial, sea humana o trascendente. Pero esto no quiere decir –si se entiende bien– que las multiformes devociones a la Virgen no encierren el alto grado de fe, esperanza y caridad, que caracteriza la oración cristiana profunda. 

Toda oración es "el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre" (cf. Catec.Iglesia, 2560; citando a S.Agustín). Y los católicos sabemos bien que son falsas las acusaciones protestantes acerca de un supuesto culto excesivo a la Virgen. María siempre nos conduce a Jesús. Ella nunca es término, sino camino hacia Dios. Pero es un camino más fácil, más “maternal”, que la pura y escueta accesis del espíritu. 

Muchas imágenes marianas nos ofrecen a Jesús en su regazo. Otras no lo manifiestan así; pero todas focalizan nuestra vida hacia Cristo. “Haced lo que El os diga” (Jn 2, 5- 6), manifestó María a los criados de las bodas de Caná; y lo mismo nos dice a nosotros. Pero tal cumplimiento de la voluntad de Dios puede, a veces, no ser fácil. Por eso Jesús le encargó: “Mujer, he ahí a tu hijo” (Jn 19, 26-27); para que Ella –que aceptó en todo momento la voluntad del Padre– nos facilite a nosotros aceptarla igualmente. 

Con mi bendición y afecto.