María vela junto a mí

Padre Tomás Rodríguez Carbajo


Este aserto nos cuenta una realidad, que de otra manera no podía ser.
María no es sólo la Madre del cuerpo físico de Cristo, sino también del Cuerpo Místico, la Iglesia; 
al ser yo un miembro de ella, María es mi madre y como tal cumple su misión.
¡Cuántas horas pasa una madre junto a su hijo! y si éste está enfermo, aumentan las horas de 
asistencia. Alguien ha definido a la mujer como la que está en la casa. Sí, este es el oficio de una 
madre, su presencia habla, orienta, anima, reprende.
La acción de María en mi vida ha sido la de hablarme de su Hijo, "Haced lo que El os diga"; la de orientarme hacia Jesús como reza esa jaculatoria: "Todo a Jesús por María"; la de animarme en el camino del bien, pues, Ella es modelo de todas las virtudes y al contrastar mi vida con la suya me lleva a una suave, pero eficaz corrección.
Al ser María Medianera de todas las gracias, no puede estar su acción benéfica lejos de mí, ya que 
Dios, está socorriendo continuamente a todas las personas con un cúmulo grande de gracia y 
beneficios.
Mi condición de persona pecadora hace que Ella esté más pendiente de mí, pues, mi necesidad es 
grande y su amor es mayor.
María vela junto a mí, pues, desde el día de mi bautismo soy miembro de la Iglesia, de la que Ella 
es Madre, en mis inconsciencias de niño, en mis inestabilidades de adolescente, en mis inquietudes 
juveniles, en mis problemas de persona adulta, y en las soledades y desengaños de las personas 
ancianas, María está y estará junto a mí.
Ella ha cumplido siempre con su condición de Madre y tristemente no puedo decir yo lo mismo como hijo.
Su presencia alienta en las luchas, conforta en las dudas, siempre es beneficiosa, nunca es molesta. 
Desde la cuna del niño hasta la cabecera del anciano, pasando por los ideales del joven, María está junto a toda persona que pueda necesitarla, no para que nos quedemos con Ella, sino para ir de su mano a Jesús.
La acción protectora de María se siente continuamente en nuestra vida, nosotros somos conscientes de ello y por eso cada vez que la invocamos, nos presentamos en nuestra condición de pecadores, así su 
presencia se hace más viva y alentadora.
¡Qué gran consuelo saber que siempre nuestra Madre María vela junto a mí!.