Llena de gracia

Padre Francisco Fernández Carvajal

 

I. El Corazón de nuestra Madre Santa María fue colmado de gracias por el Espíritu Santo. Salvo Cristo, jamás se dio ni se dará un árbol con savia tan buena como la vida de la Virgen. Todas las gracias nos han llegado y vienen ahora por medio de Ella; sobre todo, nos llegó el mismo Jesús, fruto 
bendito de las entrañas purísimas de Santa María. De sus labios han nacido las mejores
alabanzas a Dios, las más gratas, las de mayor ternura. De Ella hemos  recibido los hombres el mejor consejo: Haced lo que El os diga (Juan 2, 5), un consejo que nos repite calladamente en la intimidad del corazón. En el misterio de Cristo, María está ya presente “antes de la creación del mundo” como aquella que el Padre “ha elegido” como Madre de su Hijo en la Encarnación, y 
junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad” (JUAN PABLO II, Redemptoris Mater)

II. Afirma Santo Tomás que el bien de una gracia es mayor que el bien natural de todo el universo (Suma Teológica). Existe en la gracia una 
participación en la vida íntima de Dios, que es superior a todos los milagros. La Virgen 
es, de un modo muy profundo, trono de la gracia; y también de misericordia por quien nos llegan todas las gracias. María es la savia que no cesa de dar 
fruto en ese árbol que Dios quiso plantar con tanto amor. Es el tesoro inmenso de María, que beneficia continuamente a sus hijos. La plenitud de gracia con que Dios quiso llenar su alma es también un regalo inmenso para nosotros. Démosle gracias por
habernos dado a su Madre como Madre nuestra, por haberla creado tan excepcionalmente hermosa en todo su ser. Aprendamos a imitarla en el amor a su Hijo, en su plena disponibilidad para lo que a Dios se refiere.

III. El tesoro de gracias que recibió María en el instante mismo de la creación de su alma santa fue inmenso, el Señor se complació plenamente en Ella y la colmó sobreabundantemente de todas sus gracias, “más que a todos los espíritus angélicos y que a todos los santos” (16). Además el contacto maternal con la Humanidad Santísima de Cristo, constituye para Ella una fuente continua e
inagotable de crecimiento en gracia. A la plenitud de gracia de la Virgen correspondió una plenitud de libertad –se es más libre cuanto más santo 
se es-, y, en consecuencia, una respuesta fidelísima a estos dones de Dios, por la cual
obtuvo una inmensidad de méritos. Pidamos a Nuestra Madre que nos ayude a corresponder como Ella a las gracias que Dios nos da continuamente.

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal,  Ediciones Palabras