Soliloquio Mariano de un adolescente


Padre Tomás Rodríguez Carbajo


María, vengo a tu lado porque estoy buscando a alguien que de verdad me comprenda, para que me ayude y me oriente en este abanico de posibilidades, que se me abren. Te estoy pidiendo algo, que yo no me sé dar a mi mismo: comprensión. Los mayores me siguen considerando niño, y esto me molesta, pues, ya me pongo a reflexionar y a tomar decisiones con una cierta responsabilidad. 
Yo quiero, María, que Tú entres íntimamente en mi vida, pues tienes derecho a hacerlo, ya que eres mi Madre, y sé que cuando a Ti te han dejado abierta la puerta, has entrado con un máximo respeto, y siempre tu presencia en la vida de los que te tienen por Madre les ha sido muy beneficiosa. 
María, te necesito en mi vida espiritual, pues, tu ternura, finura y delicadeza de Madre me son necesarias para los problemas interiores, que me van apareciendo. En Ti encuentro yo todo aquello que ando buscando y nadie en la tierra me puede proporcionar: 
- Tu capacidad de ayuda es inmensa, no podemos medirla, solo nos hacemos una idea al considerarte "Virgen Poderosa". 
- Tú nos puedes proporcionar la luz necesaria para una recta visi6n de todo aquello que actualmente nos preocupa, por eso con todo derecho te llamamos "Estrella", pues, siguiéndote arribaremos a puerto seguro. 
- Tu relación para conmigo, como para todas las personas, es de clemencia, nos quieres en nuestra actual condición y por lo tanto benévolamente. 
- A Ti acudo, María, para pedirte ayuda ante las dificultades. Tú te lo has tomado tan a pecho que mis victorias son tuyas también, a Ti te las brindo. 
- En Ti veo no solo la concreción personal de mis ideales más nobles por lo que te proclamo "Reina", sino también de mis necesidades más apremiantes, por eso te tengo como "Madre". En este binomio Reina- Madre se encierran para simplificar mis relaciones contigo. María, tuviste un Hijo de mi misma edad, (no quiero con esto compararme con El, solo decirte que tuviste, llamémosle "encontronazo", v. gr. cuando se quedó en Jerusalén después de la fiesta)10 que te da pie para comprenderme, pues, a mis padres les ocurre algo parecido, y no sólo a los míos, sino a los de la mayoría: 

-Los hijos venimos de nuestros padres, pero no les pertenecemos.
-Nos dan su amor, pero no sus pensamientos. 
-Nos cobijan los cuerpos, pero no nuestras almas.
-Somos parecidos, pero no semejantes a ellos.
Contigo, María, me puedo explayar, pues, aunque no sé muy bien explicar lo que siento y lo que quiero, con tu agudeza materna puedes vislumbrar mis luchas interiores por mantenerme en pureza en un mundo obsesionado de sexualidad, que por todos los medios publicitarios quiere atontonarnos, para que no descubramos los grandes valores que existen en la vida. 
¡Qué fácil es azuzar nuestras pasiones y qué pena que nuestra débil voluntad sucumba ante tanta bajeza!, por eso veo más claro la necesidad que tengo de Ti como Madre, pues, maltrecho por la caída en el pecado, sé que en tu regazo encuentro la fuerza necesaria para humildemente acudir en busca de las palabras de perdón que tu Hijo me dice por el sacerdote. Con el aliento que Tú me infundes, me animo a levantarme y a seguir en la lucha. 
Otro descubrimiento que he hecho es el interés que siento por las chicas, esto te lo puedo decir confidencialmente, porque se que me comprenderás; creo que a ellas les pasa algo parecido respecto a nosotros. Tu tuviste alguna vez nuestra edad, por eso podrás ayudarme. 
Ya sé que esto no es malo, pues, Dios nos ha hecho a las personas, hombres y mujeres; lo que sí estoy notando es que desde que me rondan estos pensamientos, me cuesta más centrarme en el estudio, me encuentro tímido sobre todo cuando me relaciono con alguna chica en particular.; paso muchos ratos soñando, veo que nace en mí algo nuevo y al mismo tiempo maravilloso "mi primer amor”.María, no quisiera que nada malo se deslizase entre nosotros, quiero respetar a las chicas como a mis hermanas, ya que un día una de ellas podrá ser la madre de mis hijos. 
María: en este revoltijo que tengo de ideas, sentimientos y proyectos, lo que yo necesito urgentemente es una gran dosis de fuerza de voluntad, para que mi inestabilidad se vaya fijando y pueda encauzar todas las energías hacia ese gran Ideal, que dé sentido pleno a mi vida, sin olvidar que no puedo dejar fuera de mi campo de acción un progresivo afianzamiento de mi fe religiosa.
Gracias, María, porque me has escuchado y por la ayuda que me vas a prestar.