Soliloquio Mariano de una chica de servicio


Padre Tomás Rodríguez Carbajo


María, acostumbrada a tratar a todos los de la casa de Usted, me resulta a simple vista un poco duro tutearte, tratarte de igual a igual. Este simple dato me distancia de mis señores, los considero superiores no sólo por la edad, por el dinero, por la posición social, sino como si fueran dentro de la condición humana de categoría más alta, y yo se muy bien que todos somos criaturas e imagen de Dios. Estas diferencias humanas distancian mucho a las personas. 
María, el tutearte no es, bien lo sabes, porque desconozca tu condición de Madre de Dios, sino porque eres mi Madre, y como tal una sencilla y querida mujer. No disfrutaste en la tierra de privilegios, eras una simple aldeana de Nazaret, y por lo tanto tu reconocimiento se limitaba a un pequeño circulo de tus vecinos y a tus familiares; no tuviste una categoría social deslumbrante. ¡Que manía tiene la gente de darse importancia! Bueno, no todos, porque Tú no eras así. ¡Cuántas fuerzas y energías gastan en deslumbrar a los demás, sacan a relucir algo exterior: sus posesiones, sus riquezas, sus influencias, su estamento social, etc...; pero todo eso no tiene importancia para Dios, quien mira el corazón de las personas y las valora no por lo que tienen, sino por lo que aman. Como te paso a Ti, María, eras de gran valía para Dios, porque tenías un "corazón de oro", amabas a Dios con todas tus fuerzas y al prójimo con todas tus energías. Te conquistabas los corazones de quienes tratabas, pues, en Ti rezumaba el amor. 
Al contemplarte, María, me acerco a Ti con confianza, pues, te veo a mi altura de servicio a los demás. Tú, no tuviste muchacha de servicio a quien ordenases los quehaceres mas humildes de las labores domesticas, al contrario, hiciste el papel que hace una sirvienta en la casa de los señores .Te fuiste de prisa a ayudar a tu prima Isabel, una vez que te enteraste de que estaba embarazada, allí no fuiste a veranear, sino a servir. Esta es una muy buena lección, no es malo servir, ya que Tú lo hiciste y además Jesús dijo:"No he venido a ser servido, sino a servir. Luego este oficio de servir no puede ser malo, tampoco es impropio de la condición humana, cuando Jesús y Tú, María, habéis servido. 
Ahora entiendo aquello de que "vale el que sirve", el servicio es una manera de amar humilde, callada. Por el tiempo que estuviste sirviendo a tu prima Isabel por amor, no por dinero, con alegría no a la fuerza, mientras te necesitó; te has merecido bien el de "Patrona de todas las muchachas de servicio". Nuestros humildes que hace-res ya no pueden ser considerados como denigrantes por nadie, pues, la persona es grande por la capacidad que tiene de amar, y cualquier oficio hecho con dignidad es muy honroso, ya que el trabajo no envilece, sirve para el desarrollo de la persona y bien se que uno no merece ante Dios por el oficio que desempeña, sino por el amor con el que hace su servicio. 

Hay oficios, María, que Tú no ejerciste como los llamados liberales, pero sí los domésticos, como cualquier ama de casa, y dentro de éstos los propios de la sirvienta durante tu estancia en casa de tu prima. Este estar pendiente de lo que se puede necesitar o te pueden mandar lo practicaste siempre, como aparece en las bodas de Cannán, estabas invitada pero no podías dejar de estar pendiente de quien te necesitase. 
Actualmente se habla mucho de "realizarse" y para ello se dedica uno a una clase de actividades y trabajos en los que normalmente se sobresale o se distingue, sin embargo, Tú, María, te realizaste en tu condición de Madre de Dios con las labores domésticas y con tu servicio en los quehaceres ordinarios de ama y de sirvienta. 
¡Cuántas veces se juzga a las personas por el oficio que desempeñan, sin conocer la actitud que les anima en su trabajo!. Mirando para Ti, Maria, no podemos hacer juicios por las apariencias, pues: 
Eres Madre de Dios y te haces sirvienta de los hombres.
No buscas sobresalir, sino servir.
Estás pronta a ayudar, sin esperar recompensa. 
Apareces como una sencilla mujer y eres la predilecta de Dios. 

María, gracias porque eres modelo y aliciente en nuestra realización de personas en la condición de "chica de servicio".