Vocaciones Marianas

 


Juan Antonio Reig Pla, Obispo

Diocesis Segorbe-Castellón, España

 

 

 

Se acerca el mes de mayo. En Castellón han comenzado las visitas de la Virgen del Lledó a las parroquias. En los demás lugares de la Diócesis, el pueblo cristiano se prepara también para festejar a la Madre de Dios, acudiendo a ella con especial fervor durante el próximo mes.

Como decía en mi carta pastoral con motivo del LXXV Aniversario de la Coronación de la Mare de Déu del Lledó, la confianza y el amor filial a Santa María deben constituir como un terreno abonado en el corazón de los fieles, donde germine y fructifique el amor a Dios y al prójimo.

A alguno podrá parecer que las devociones y el fervor popular a la Santísima Virgen, son manifestaciones piadosas pero –a veces– poco teológicas o poco profundas. Recordaré una historia para explicar mi enfoque sobre esa cuestión. Tres picapedreros medievales estaban trabajando en una cantera. "¿Qué haces?", les preguntó alguien. El primero respondió: "yo, picar piedra". El segundo dijo: "yo, ganar el pan para mi familia". Y el tercero afirmó: "yo, ¡estoy haciendo una catedral!

La historia es antigua pero la enseñanza es permanente. El valor de nuestros actos no depende tanto de la materialidad del trabajo, cuanto de la actitud de quien los lleva a cabo. Una misma oración valdrá más o menos, según la fe, la esperanza y la caridad del que ore. Si el que ora es santo, aquella oración será una verdadero tesoro sobrenatural.

Lo que la pastoral debe perseguir, y cada fiel cristiano debe intentar personalmente, es que las devociones populares –y, en concreto, el fervor hacia la Madre de Dios– se traduzcan en una mejora sustancial del corazón de cada uno. Si, como fruto de una devoción, alguien se arrepiente de sus pecados, presta más atención a la palabra de Dios, descubre que debe perdonar las ofensas humanas, aprende a ocuparse con generosidad de los demás, etc., aquellas prácticas piadosas serán excelentes, independientemente de la calidad material con que se lleven a cabo.

Si, además, alguna de esas devociones sirven para que se acerquen a la fe personas que habitualmente no practican la religión o vivan alejados de ella, los frutos serán evidentes. ¿Que tal acercamiento es sólo circunstancial? Ante la alternativa del vacío pastoral en que se encuentran, cualquier contacto con la fe es provechoso. Dependerá luego de los pastores el aprovechamiento de esa circunstancia para sembrar en las almas inquietudes más profundas. Por lo demás, el Espíritu Santo utiliza los caminos más sorprendentes para buscar a los hombres e inculcar en su corazón las hambres de Dios.

Sepamos, pues, aprovechar la mediación de María y la devoción de los fieles, para abrir cauces a la acción del Espíritu. Y, para ello, participemos cada uno en los actos fomentando nuestra confianza en Dios y nuestra caridad con todos.

Con mi bendición y afecto.