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Figuras y símbolos de la Virgen María en las obras de Santo
Tomás de Aquino
P. Fr. Horacio A. Ibañez O.P
El nombre de
María es interpretado por santo Tomás como "Estrella del
mar e iluminadora" de los navegantes que andan por el mar
proceloso de este mundo: "El nombre propio de María, dice,
se interpreta estrella del mar e iluminadora, y en su lengua
significa Señora, por lo que en el Apocalipsis se pone la
Luna bajo sus pies" (1). También la llama Sol, porque
en ella no hubo mancha alguna de pecado (2). Luz, "porque
en su alma no existieron las tinieblas del pecado ni de
ignorancia; porque guía y conduce a los que andan por el mar
proceloso de este mundo; porque así como su Hijo ilumina al mundo
entero, así ilumina Ella a todo el género humano, porque esparce
y comunica por todas partes los rayos de su gracia, a todos es
propicia y misericordiosa, y como el sol respecto de los colores,
así Ella es madre de las virtudes, la más resplandeciente de las
criaturas y consuelo de los hombres" (3). La llama también día
en contraposición a Eva, que fue la noche del mundo (4). Aurora,
pues es el límite entre el Viejo y el Nuevo Testamento, como
la aurora entre el día y la noche (5). Puerta cerrada,
puesto que la fe nos enseña que fue Virgen antes del parto, en el
parto y luego del parto (6). Piedra del desierto, por la
firmeza de la gracia, según aquello del Cantar de los Cantares: "Eres
toda hermosa". Por el frescor de la continencia, pues así
como de la piedra saliente del desierto procedían los arroyos de
agua que con su frescor hacían fructificar la tierra del
desierto, así de ella procedió Jesucristo, del cual provienen
los arroyos del agua viva de la gloria. Y por la abundancia y
riqueza de sus frutos que de ésta proceden (7). Vara del tronco
de Jesé, porque consuela en las tribulaciones, como Moisés
tendiendo los brazos sobre el mar los dividió en dos, para que
los hijos de Israel pasasen por el medio en seco (8). Porque da
fruto, como la vara de Aarón echó brotes, flores y almendras
(9). Porque sacia, así como al herir Moisés con la vara la roca
del desierto brotaron de ella aguas en abundancia y bebió la
muchedumbre y sus ganados (10). Porque también flajela, como hizo
Moisés con la muchedumbre que le seguía en el desierto, a causa
de sus murmuraciones (11). Porque vela, como aquella vara de
almendro de que nos habla Jeremías (12), la cual velaba sobre el
cumplimiento de las palabras de Yahvé al cual simbolizaba (13).
Campo (14) y tierra que germina (15) de cuya raíz salió la
flor que es Cristo (16). Ciudad de Dios iluminada por el
Espíritu Santo (17). Templo de Dios, en la cual, es decir,
por la cual Dios nos escuchó (18). Tabernáculo de Dios
(19). Digno receptáculo de Dios (20). Sagrario del Espíritu
Santo y morada del Hijo de Dios (21). Puerta del cielo,
abogada de los pecadores y Madre de los creyentes, en la oración
a la virgen compuesta por Santo Tomás (22).
Es
indudable que todas las figuras o símbolos tratan de expresar modos
distintos de la inmensa perfección de María procedente de su maternidad
divina. Esta perfección inmaculada de María es la que arrebata el
pensamiento del Doctor Angélico hasta el grado de hacerle decir que
"Dios prefirió que los judíos dudasen de su deidad antes que de la
pureza de su Madre".
Pero
tampoco se olvida Santo Tomás del origen humano de María, la cual proviene
del tronco de Aarón (23) y de la familia de David (24), así como de que
era prima de Isabel (25). De la cual dice también que le fue dado José
como ayuda y defensa (26), con el cual tuvo verdadero matrimonio (27),
divinamente inspirado por Dios (28).
MARÍA,
CAMINO A JESUCRISTO
En
el comentario al salmo diecisiete y treinta y uno, donde llama Santo Tomás
a Jesús "camino de Dios", llama también a la Virgen camino de
Jesucristo. Efectivamente María fue camino, designado por Dios, por donde
Jesucristo vino a nosotros.
Según
esta luminosa idea de Sto. Tomás, la Virgen María fue escogida por Dios
para ejercer respecto de Jesucristo un ministerio sagrado como madre
suya (29), así como también a ella le fue dado José como custodio y
defensa.
La
virgen María sirvió en el ministerio de Dios primaria y fundamentalmente
al concebir al Redentor del mundo por obra y gracia del Espíritu Santo,
prestando humilde consentimiento a las palabras del ángel. Después de lo
cual visitó a su prima Santa Isabel, saltando de gozo el precursor en sus
entrañas. Y cumplido el tiempo de su gestación, María da a luz a Jesús
en Belén.
Después
de nacido Jesús, María lo asiste en su infancia: "le da leche de sus
pechos, lo lleva en sus brazos y lo alimenta" (30). En otra parte llama
"bienaventurados a los pechos de María porque alimentaron a Aquel que
es manjar y bebida de ángeles y santos (31). Recibe la adoración de los
pastores en medio del cántico de ángeles, guardando María en su corazón
y meditando en su espíritu todo lo que acerca de su Hijo veía y oía.
Acerca de los Reyes Magos dice Sto. Tomás que viendo a la esposa del
carpintero, al niño en el pesebre, y la extrema pobreza, considerando cosas
altísimas, se movieron a admiración y adoración del Niño (32). Así en
varios episodios del Evangelio aparece esta función mediadora de María.
Por ruegos de ella y por mediación suya hizo Jesús el primer milagro en
Caná. Es en este momento donde Sto. Tomás por única vez le da el nombre
de mediadora ("mediatricis personam gessit ") (33), para
significar la intervención que tuvo en la realización de este milagro
intercediendo ante su Hijo a favor de los comensales. Que como se ve se
trata de un caso particular, que no tiene el mismo sentido que le damos
nosotros cuando la designamos con este nombre.
oooooooooooooo
NOTAS
(1)
In Math, c. 1, ed. Marietti, Taurini, 1925.
(2)
In Psalm. 18, 5.
(3)
Sermo in Nativitate B.M.V.
(4)
In Psalm. 18.
(5)
IV Sent. D. 30, q.2, a.1, ad. 1.
(6)
In Joanem c. 2, lect. 2, n. 1; III, 38, 3.
(7)
In Isaiam, c. 16, 1.
(8)
Exodi 14, 16 (In Isaiam, c. 11).
(9)
Núm. 8 (In Isaiam, c. 11).
(10)
Núm. 20, 11 ( In Isaiam c. 11).
(11)
In Isaiam c. 11.
(12)
In Hier. 1, 11.
(13)
In Isaiam c. 11.
(14)
In Cant. 2, 1.
(15)
In Isaiam c. 45.
(16)
Ibíd.
(17)
In Psalm. 45.
(18)
In Psalm. 17.
(19)
III, 27, 2.
(20)
I-II 81, 5 ad. 3.
(21)
Comp. Theol. C. 225.
(22)
Opusc. Omnia, T. IV.
(23)
III, 29, 2.
(24)
In Math., c. 2; III, 31, 2 ad. 2.
(25)
III, 31, 2 ad. 2.
(26)
In Math., c. 1.
(27)
III, 29, 2.
(28)
IV Sent., d. 30, q. 2, sol. 3, ad. 3.
(29)
III Sent., d. 3, q. 3, a. 1.
(30)
III Sent., d. 3, a. 1.
(31)
Sermo III tertia Dominae.
(32)
In Math., c. 2.
(33)
In Ioan., c. 2, lect. 1
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