Algo sobre el primer amor 

Amelia Peirone


"El amor es la fuerza esencial del universo, ¿cómo no anhelar que él sea también la fuerza impulsora de nuestra vida personal? Amor que se convierta en fidelidad, que es el cuidado poderoso y la permanencia victoriosa del primer amor. De ahí, el esforzarnos por ser ‘domus aurea’, casa digna, limpia, para tan alto huésped. Así podremos amar a los demás con un amor más intenso y verdadero, veremos la huella e imagen de Dios, y será un amor basado en el de Dios. Pero es en María que nos sentimos así comprendidos y unidos....”
Mario Hiriart 

Resulta que hoy día se pone en tela de juicio hasta lo más seguro. El viejo recurso de la duda sistemática corre como el aire por todas partes.

También resulta que este aire sopla sobre nosotras. Cuando leí lo que este señor,Mario Hiriart, escribió en su vida, me devolvió la esperanza de que algo se salve de la ventolera.

Parece que para afirmarse en esto hay que preparar la casa, y puesto que no se prepara sola, personalmente, me gustaría ponerle lo mejor, es decir, que se construya sobre lo que puede sostenerla. 

Para atender a lo que descubrí en la cita de más arriba, empezaría por la cuestión del amor. Pero como aquí caben todos los discursos escritos y por venir, me atengo al que se refiere nuestro amigo: el amor que se presenta como una fuerza impulsora. 

Dicen los técnicos que para que la fuerza sea eficaz tiene que ser duradera. Un golpe deja abatido al contrincante, pero de una paliza seguida se sale muy maltrecho. Asimismo, un chorro de agua riega un jardín, pero un río que pasa por un dique y salta permanentemente, llena de luz a una ciudad entera. Por eso, quiero ir donde se nutren las fuerzas. Más que a un chorrito, es mejor ir al océano. Más que devanarme los sesos buscando respuestas para el amor y la mujer, prefiero ir a María. Esta mujer, la del amor que es fidelidad, lo puso en práctica muchas veces a lo largo de su vida. Por eso, le creo. Supo del primer amor. Y en ese, desarrolló todas las posibilidades que llevaba dentro. Siguió siendo ella misma por la permanencia victoriosa. 

Esta mujer es más arroyo que dique, por eso, tal vez sea bueno hoy en día acercarse a esta fuente y permitirle que nos renueve con su agua buena en todo: en la fuerza, el cuidado, la permanencia, la dignidad, la comprensión y la unidad.

Será por este poder transformador de su cercanía, que algunos piensan que cuando el universo estuvo entero hecho, tuvo que venir María para que el mundo fuese casa. 

Y resulta que le creí.