Al pie de la Cruz, la fe de María alcanza su plenitud

Padre  Felipe Santos Campaña SDB


Esta bendición alcanza la plenitud de su sentido cuando María está al pie de la Cruz de su Hijo (Jn 19,25).

El Concilio declara que eso produjo no sin un designio divino: Sufriendo cruelmente con su Hijo único, asociada con su corazón materno a su sacrificio, dando a la inmolación de la víctima, nacida de su carne, el consentimiento de su amor, María guardó fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz: la unión por la fe, la fe misma con la que había acogido la revelación del ángel en el momento de la Anunciación.

A ella se le oyó entonces decir:
“Será grande...El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará en la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1,32-33).

Y ahora, al pie de la Cruz, María es testigo, humanamente hablando, de un total desmentido de estas palabras. Su Hijo agoniza en el leño como un condenado. “Objeto de desprecio, nadie le hacía caso, estaba destrozado (Is 53.3-5)

¡Qué grande es esta heroína de la obediencia de la fe de la que María da muestra frente a los decretos insondables de Dios!

Es, sin duda, la “kénosis” de la fe más profunda en la historia de la humanidad. Por la fe, la Madre participa en la muerte de su Hijo, por su muerte redentora; pero, a diferencia de la de los discípulos que huyeron, su fe era mucho más clara.

Fuente: El universo de la Sagrada Familia