El Misterio de María

Congregación para el Clero. Santa Sede Vaticano


Uno de los himnos con que en el Oficio Divino, o Libro de las alabanzas de Dios, hablamos en el Coro monjes, frailes, religiosas, canónigos y personas devotas, es aquél en que se condensa de forma finísima quién es María en el plan divino de salvación. Hoy podemos hacer nuestra brevísima meditación recreándonos en él y contemplando a María en sí misma, y en relación con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

1. MARÍA, tú eres para el cristiano, en claridad de fe, lo que cantan estos versos:

Lucero del alba,
luz de mi alma, 
santa María.

En tres versos te he dicho, Seńora, que tú me pareces aurora de la nueva creación que se dará para mí en Cristo, foco de luz para que mi alma -que quiere saber de dónde viene y a dónde va- no se pierda en falsos caminos de salvación, ejemplo de vida noble y digna que haces de ti misma donación, oblación, entrega a los demás, arrodillada como dulce sierva ante los designios divinos que presiden tu existencia.

2. MARÍA, tú has sido persona predestinada por el Amor de Dios, y a Él miras como:

Virgen y Madre,
hija del Padre,
santa María. 

El Amor te tomó de la mano y del corazón, desde tu Concepción. Él te condujo, piadosa doncella, a que hicieras la ofrenda de todo tu ser, y, al no tener otro amor que el suyo, te concedió el honor de ser privilegiada Hija del Padre a la que se otorgaría el don de ser Madre con gloria inmortal. Hija y madre. Misterio de amor y de luz! Hija del Padre, Dios bondadoso creador; madre del Hijo, Dios bondadoso redentor. Aunque no entiendo los misterios divinos, me gozo contemplando el beneficio concedido a María, mi madre.

3. MARÍA, tú has sido objeto preferido en el que tiene sus delicias el Espíritu. La liturgia dice que eres su flor : 

Flor del Espíritu. 

Y es que embelleces con tu presencia más todavía el jardín de la redención, dándole un toque femenino a todo su contorno. El Espíritu te da su amor, te llena de gracia, y tú eres enormemente generosa en la respuesta. Nada te reservas, nada te escondes, nada te guardas. Cuanto eres te muestra dadivosa para "ser a favor de los demás".

4. MARÍA, tú eres, por antonomasia, madre:

Madre del Hijo. 

Ese es un honor y una gloria que ni tiene precedentes ni será nunca igualado...

Porque el hijo es Hijo de Dios e Hijo tuyo. Y en tu maternidad no eres tú la que la das en herencia tu historia y vida vieja metida en las venas, sino que es el Hijo quien pone en tus venas espirituales savia nueva. Tu gloria de MADRE es la que recibes del HIJO. 

5. MARÍA, tú eres, en fin, el regazo en el que todos los redimidos cabemos..., pues, al ser Madre de Jesús, cabeza del reino y de la iglesia, eres madre de todos los redimidos y discípulos del Hijo. Por eso te aclamamos gozosos como:

Amor maternal
del Cristo total,
santa María

Amén. Madre de la Iglesia, madre mía, madre de todos.

Fuente: clerus.org