Desde el punto de vista de Dios ¿Quién es María?

Arzobispado de Huancayo, Perú 

María, modelo de servicio y entrega a los demás 
Desde una mirada superficial que no capta el misterio... 
Desde su vivencia más íntima... 
María es su creatura más perfecta; la que aceptó plenamente llegar a ser lo que Dios se propuso al crearla. La que nunca le dijo que "no" y, por eso, su vida fue un. puro crecimiento sin retrocesos María es en esto la antítesis de Eva, quien, creada como ella sin pecado original, dudó del amor de Dios, quiso ser "como Dios" y decidir por sí y ante sí sobre lo bueno y lo malo (Gn. 3, 4). De esta forma Eva negó la realidad más profunda de su ser creatura y se engañó a sí misma, María, en cambio, vive plenamente la verdad de su ser.

Cada uno de nosotros somos creados para algo, y en la medida en que respondamos al ambicioso proyecto de Dios para nosotros, creceremos y seremos felices. No aceptar el proyecto amoroso de Dios es empequeñecernos y autodestruirnos. De ahí la importancia de descubrir el proyecto único para cada uno, que llamamos vocación, y seguirlo día a día. Toda vocación es la expresión del único llamado de Dios para una creatura. Se trata de una propuesta de Dios que requiere de una respuesta humana.

María es, a los ojos de Dios, la creatura que más plenamente tomó conciencia de su vocación y realizó su misión. María es, para Dios, la creatura predilecta.

Para el Padre: María es la que alegra el corazón del Padre Dios, aquella de la que dice la oración:

"Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza..."

María es aquella a quien dice, el ángel en la Anunciación: "Te saludo, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc. 1,28). Lo que quiere decir: alégrate. regocíjate porque Dios te ha hecho hermosa. graciosa, encantadora a sus ojos; su alegría está en ti, te busca y siempre quiere estar contigo. Es la hija predilecta del Padre, la Mujer que elige y prepara para ser la Madre de su Hijo.

Para el Espíritu Santo: María es hermosa porque durante toda su vida escuchó a Dios y consintió en dejarse llenar por el Espíritu Santo que es la fuente de todas las hermosuras creadas. Se convierte así en el templo del Espíritu Santo, la creatura dócil que se deja llenar, conducir e inflamar por el amor que viene de Dios para derramarlo en los hombres. Amor de Dios que. acogido por ella, agranda los intereses de su corazón hasta abarcar los infinitos intereses de Dios. El Amor de Dios anida en ella y la conduce a amar a los que Dios ama: los hombres.

Y porque María acogió al Espíritu Santo en su corazón, porque se dejó llenar de amor por Él, pudo Dios introducirse personalmente en la historia humana para divinizarla. Gracias a María, nuestra historia adquiere una importancia infinita y eterna.

Para el Hijo: Es la Madre amada. A partir del momento del "sí" a Dios y de la encarnación, durante nueve meses se fue gestando en ella el Hijo de Dios. El Hijo de Dios crece en ella y este crecimiento continúa después, día a día, a lo largo de toda la vida de Jesús. Cada día vivido por Jesús bajo el cuidado de María y José fue el lugar de la extensión de la encamación de Dios, el lugar del encuentro de la eternidad de Dios con la temporalidad del niño Jesús. Cada día vivido por Jesús fue un día humano asumido por Dios. divinizado.

María y José fueron testigos atentos y admirados, como todos los padres, de los progresos de su Hijo y, en este día a día a su lado, se entregaron a la contemplación de Dios en la vida corriente. Vivieron el momento presente como un sacramento: signo e instrumento de la unión con Dios y de los hombres entre sí.

María fue la Madre que alimentó y enseñó todo a su Hijo. Fue la que le dio todos su genes humanos, todos sus rasgos físicos, culturales y religiosos. La que lo formó en el amor exclusivo al Padre de los cielos. La que siempre le dio ejemplo de escuchar y cumplir la voluntad de Dios.

Por eso, cuando a Jesús le dicen: "Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron", Él responde al instante: "Benditos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". ¡Al elogio entusiasta a su madre, Él contribuye con un elogio mayor! Y en otra ocasión, cuando le dicen al Señor: "Te buscan tu Madre y tus hermanos", Él responde: "¿Quién es mi Madre y quiénes mis hermanos? El que escucha la palabra de Dios y la cumple, ése es mi hermano, mi hermana y mi Madre".

María fue Madre de Jesús en el más pleno y total sentido de la palabra precisamente por eso: porque escuchó, creyó y se entregó a cumplir la voluntad de Dios. Ella es, por indicación del propio Jesús, nuestro modelo en la búsqueda de la vocación y en el cumplimiento de la misión.

María es la Madre que acompañó siempre a su Hijo y le fue fiel hasta el pie de la cruz, donde se necesitaba mucho valor (Jn. 19, 25-27). Es la Madre generosa que acepta entregarlo por la salvación de los hombres y la que conduce a los hombres hacia Él.

Esta íntima relación trinitaria de María y el triunfo de Dios en ella, que celebramos en la fiesta de la Asunción es el resultado de una predilección especial a la que ella respondió con un inmenso "sí" de día tras día a su vocación. Así Dios la abrió a la gran misión de entregarnos al Hijo, al Dios-con-nosotros.