El Hno. Rafael, "chiflado" por la Virgen

Padre Tomás Rodríguez Carbajo 

 

. Cada santo tiene de, común con todos el amor a Dios y al prójimo, pero también cada uno tiene alguna peculiaridad por la que se le distingue, como vehículo para potenciar más su vida de intimidad con Dios.
. El Hno. Rafael, como todo joven que se precie de serlo, puso su ideal no en un ídolo caduco y efímero, sino en Cristo:
- a quien se entrego en cuerpo y alma,
- por quien renunció a todo y a todos,
- con quien vivió en soledad permanente y silencio perpetuo durante su estancia en la trapa.
- quien se convirtió para él en la razón de su vida.
- sacrificó por él la salud, la fortuna, la carrera, el amor.

. El camino que eligió el Hno. Rafael para alcanzar su ideal y que le mantuvo en continua tensión fue su tierno amor a la Virgen.
Conocemos su trayectoria mariana y el papel que María tuvo en su vida por sus escritos, de ellos deducimos que su alma era eminentemente mariana; no sabe pensar, hablar y escribir, si no está presente Nuestra Señora: "Si no os hablo de Dios y de la Virgen, ¿de quién queréis que os hable?. No sé otra cosa ni me interesa otra cosa".
. El papel que María ocupa en la vida de un cristiano se deduce del que ocupó en la Historia de la Salvación, Ella fue pieza clave por libre voluntad de Ntro. Señor, por eso no podemos prescindir de Ella en nuestra vida espiritual.
El Hno. Rafael asimila el espíritu del Císter durante sus 20 meses de vida en la trapa con tres forzosas interrupciones. El amor apasionado por la Señora que S. Bernardo inculcó a sus seguidores caló profundamente en su alma joven. No es sólo por el ambiente mariano que se respira en los monasterios del Císter en donde no se hace nada sin contar con María, pues, "No hay ningún trapense que no sea hijo cariñoso de la Madre", sino también porque hay motivos dogmáticos y ascéticos, por la condición de Madre de Cristo y nuestra, y la de modelo para nuestra vida.
. Tan hondo caló el amor de María en el Hno. Rafael que se propuso no escribir nada a nadie sin, por lo menos, mencionar una vez a la Virgen. Está tan convencido del papel importante de María en su vida que llegó a decir en una carta que iba a la trapa "para amar a María por los que no la conocen".
. Está contento, porque le enseñan a quererla mucho y dice que "la vida de un monje del Císter no es otra cosa que Dios y la Virgen: de eso se ocupa y vive".
. Su ideal mariano es totalizante e irresistible: "Adelante, todo por Jesús y siempre con María". "iVirgen María, Tú lo eres todo en mi vida monacal!".
. Amar, servir, imitar a María, vivir para Ella es una cuestión de coherencia espiritual. Dirá:
"Nunca es bastante todo lo que hagamos por Ella.
Todo por Ella y para Ella es poco".

. Su mundo interior se ordena a tres deberes primordiales:

"Amar a Dios,
Seguir a Cristo,
No olvidar jamás a María".

. El Hno. Rafael es consciente de que una fe católica es, por necesidad y consecuencia, mariana. El acudió a las fuentes de la Iglesia, a los textos de los Santos Padres y al ejemplo de los santos para imbuirse de aquel marianismo que rezumaba en toda su actividad y en sus escritos.
El entiende que cualquier prerrogativa de la Virgen o cualquier título que le atribuyamos pide en nosotros una respuesta clara. Uno de los privilegios que incansablemente repite es el de la maternidad divina de María basada en el consentimiento para que el Verbo se encarnase en su seno, y en su función de corredentora.

Nos transmite de una manera vivencial su profesión de fe en el papel de María en la Historia de la Salvación, y para ello usa un léxico esencialmente afectivo, como puede ser: cariño, dulzura, ternura.

"Qué_ grande es Dios, qué dulce es María! Ampárame, Virgen María...Sé mi luz en las tinieblas, que me rodean. Guíame en este camino que ando solo, guiado solamente por mi deseo de amar entrañablemente a tu Hijo!".
. Su personalidad marcadamente afectiva le hace derramar un torrente de sentimientos en su piedad e intimidad con María hasta el punto de que "se vuelve loco", "está chiflado por la Virgen".