"Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra"

Padre Juan José Palomino del Alamo


Pertenece este relato a un género literario, lleno de simbolismos y de profunda elaboración teológica. No puede leerse como la crónica de un testigo ocular. Lo importante es el mensaje teológico, que quiere comunicarnos.
Gonzáles Carvajal nos habla así de la  Anunciación/Encarnación::
"Si prescindimos de los relatos fantásticos, que los evangelios apócrifos inventaron sobre la infancia de María, la primera noticia cierta, que tenemos de ella, es la referente a la Anunciación (Lucas 1, 26-38).
¿En qué consistió la Anunciación? Ya hemos dicho que no es fácil acceder a la "María de la historia". El dato revelado nos dice que ocurrió algo a nivel de experiencia de fe en la vida de María, pero resulta muy difícil saber en qué consistió ese algo, porque el relato de Lucas no se ha construido a 
partir de la historia, sino a partir de los modelos
estereotipados de anunciaciones, que contiene el Antiguo Testamento: 
aparición del ángel, reacción de temor, anuncio
del nacimiento, imposición del nombre, indagación del que recibe el anuncio ("¿cómo?") y donación de una señal. Desde luego, nadie debe pensar que María vio y escuchó a alguien con sus sentidos corporales. Si los ángeles son incorpóreos,
ni pueden ser vistos ni tienen cuerdas bucales. Expresándonos en terminología clásica, diríamos que "María recibió una revelación a través de una experiencia mística".
Es importante llamar la atención sobre el detalle de que Dios no impuso su voluntad a María sino que pidió su consentimiento para la obra, que deseaba realizar. A la escena de Nazaret podrían muy bien aplicarse las palabras del Apocalipsis: "Mira que voy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz 
y me abre la puerta, entraré en su casa" (3,20).
Y es que Dios es lo bastante bien educado como para no forzar ninguna puerta. Si se hubiera encarnado "por sorpresa",
tratando a María como un simple medio, no sólo se habría tratado de otro plan sino también de otro Dios. Con razón criticó el Concilio Vaticano II la frase de que "María fue un instrumento para los planes divinos". Dios nunca trata así a las
criaturas. El deseaba al Hijo eterno encarnado y confió su deseo a María; pero, para que el deseo se cumpliera, hacía falta que María también deseara lo mismo. Sólo cuando brotó del diálogo un 
deseo común, el Hijo de Dios se atrevió a acampar
entre nosotros."
Vemos por todo este relato cómo una sencilla joven galilea es la destinataria del mensaje del ángel. El Dios, que nos ha creado libres, respeta también nuestra libertad y no quiere salvarnos sin nuestro consentimiento. Quiere que nos sintamos libres y responsables. Llama a nuestra puerta y sólo entra si le abrimos. Es nuestra oportunidad y nuestra responsabilidad.
¿Estamos dispuestos a recibirle en nuestra vida como María, siempre en actitud de servicio? Casaldáliga nos dice bellamente: "El se hizo uno de tantos en la oquedad de nuestro barro 
breve." 

Fuente: avmradio.org