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Genealogía de Jesús
Autor:
Lc
1, 1-17
Genealogía de Jesús. Para explicar el origen de Jesús, Mateo utiliza
un recurso muy conocido en la antigüedad: la genealogía. Las
genealogías servían para conocer los antepasados de una persona, y
esto era de suma importancia en la cultura mediterránea del siglo
primero, en la que el individuo se entendía a sí mismo y era visto
por los demás como parte de un grupo, especialmente del grupo de
parentesco al que pertenecía. La familia era el depósito del honor
acumulado por todos los antepasados, y cada uno de sus miembros
participaba de dicho honor y estaba obligado a defenderlo.
La intención de Mateo al comenzar su evangelio con esta genealogía
es dar a conocer la ilustre ascendencia de Jesús, que se remonta
nada menos que a David y a Abrahán, presentándole así como un
personaje muy honorable a los ojos de sus contemporáneos.
La estructura de la genealogía de Mateo es sencilla: tres grupos de
catorce generaciones, enmarcados por un título (Mt 1,1) y una conclusión
(Mt 1,17). En el título el autor descubre sus intenciones: en Jesús
confluyen las promesas hechas a Abrahán (Gn 12,3) y a David (2 Sm
7,1-7); la bendición prometida a todos los pueblos pasa a través de
Jesús, el Mesías descendiente de David.
La división en tres grupos de catorce es sin duda artificial. Con
ella Mateo señala las grandes etapas de la historia de la salvación:
Abrahán, David, la cautividad de Babilonia, y finalmente Jesús, que
inaugura la etapa definitiva. Es posible que con la triple
repetición del número catorce el evangelista haya querido evocar el
nombre de David, cuyas letras hebreas (DVD) equivalían numéricamente
a 4+6+4, es decir catorce, para subrayar que la promesa de un Mesías
descendiente de David tiene su cumplimiento en Jesús.
En esta lista de los antepasados de Jesús llama la atención la
presencia de cuatro mujeres: Tamar, Rajab, Rut y la mujer de Urías,
cuatro extranjeras a través de las cuales la línea de las promesas
divinas continúa de forma sorprendente. Tamar (Gn 38,1-30), que
urdió un engaño y engendró un hijo de su suegro Judá; Rajab (Jos
2,1-21), una prostituta de Jericó que colaboró en su conquista y se
unió al pueblo de Israel; Rut, que era de origen moabita y se
convirtió en “abuela” de David (Rut 1-4); y la mujer de Urías, que
engendró de David a Salomón en un contexto de homicidio y adulterio
(2 Sm 11-12). Todas ellas eran extranjeras, y todas llegaron a ser
madres de forma extraña. Mateo quiere mostrar a su comunidad que los
paganos tienen un lugar en los planes de Dios. También quiere
mostrar que el misterioso nacimiento de Jesús a través de María
tiene su lógica en la historia de la salvación. Es Dios, y no los
hombres, quien mueve los hilos de esta historia, y lo hace de forma
sorprendente.
Fuente:
lacasadelabiblia.es
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