|
La Sagrada Familia
Padre Daniel Meynen
Lc
2, 41-52
" Sus
padres iban cada año a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando
tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al
volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin
saberlo sus padres. "
Hace apenas unos días, celebrábamos el Nacimiento del Salvador, el
Señor Jesucristo. Hoy, domingo de la Octava de Navidad, la Iglesia
nos invita a honorar juntas a las tres personas que componen las
Sagrada Familia: Jesús, María y José. El nacimiento del Salvador del
mundo es un misterio real, el del Niño-Dios, concebido por obra del
Espíritu Santo, nacido de una Virgen: María. Sin duda que, partiendo
de esta base, la Sagrada Familia no es una familia como las otras,
sino que es un misterio. Pero, ¿no es toda familia en sí misma un
misterio? La unión de dos individuos, un hombre y una mujer, en
vistas a la generación de hijos en el amor, ¿no es todo ello un
misterio?
Todo hombre, toda mujer, sean quien sean, son individuos: cada uno
tiene en sí mismo algo que le es propio y que le es imposible
comunicar a nadie, sino sólo a Dios, Creador de todas las cosas. En
consecuencia, toda unión entre dos individuos, un hombre y una
mujer, no podrá existir realmente más que con algo de misterio que
se introduce como un disolvente, como un catalizador que favorece la
unión entre el hombre y la mujer. Este algo misterioso, es el niño
que tienen la intención de procrear juntos, este niño cuya alma, un
día, sólo Dios creará y formará a su imagen y semejanza.
Este algo misterioso ligado al niño es, en sí, un elemento
espiritual, invisible, incomprensible... Pero, un buen día, lo que
es espiritual toma cuerpo y se manifiesta, pues el niño no es puro
espíritu: está, como el padre y la madre, dotado tanto de un cuerpo
como de un alma. Entonces el misterio empieza a desvelarse, un poco,
cada vez más... ¡Y cuanto más unida en el amor y en la gracia de
Dios está la familia, el misterio más asombra desvelándose, pues
será más grande, más profundo, magnífico...! Cuando se trata de la
Sagrada Familia, sin duda el misterio es más grande de lo que pudo
ser nunca. Pero entonces, no hay que extrañarse si una explicación
cualquiera, humanamente incomprensible, no puede darse. Este fue el
caso cuando Jesús se quedó solo en Jerusalén: "El niño Jesús se
quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran."
" Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de
camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no
encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que al
cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de
los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían
estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. "
¡Tres días! ¡José y María buscaron a Jesús durante tres días! Fueron
tres días interminables, transcurridos sin prácticamente ningún
alimento ni descanso... ¿Qué padres no habrían pasado tres días en
otras condiciones? En verdad, fueron los tres días más penibles de
la Sagrada Familia: fue una verdadera prueba para José y para María,
evidentemente, pero también para Jesús mismo, que sabía muy bien
todo lo que sus padres estaban sufriendo... Estos tres días hacen
pensar a otros tres días: los que transcurrieron, según el cálculo
de los judíos, entre la Muerte y la Resurrección del Señor, tres
días más de prueba... para María.
" Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando.» El les dijo: «Y, ¿por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. "
Una vez el Niño Jesús encontrado en el Templo, con los doctores,
María no puede impedir hacerle un reproche: "Hijo, ¿por qué nos has
hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos
buscando." Es normal. Cualquier padre o madre, aún ayudados
poderosamente por la gracia de Dios como lo estaban José y María,
habrían actuado de la misma manera al encontrar al hijo que les
había abandonado durante un tiempo. Pero, aunque José y María hayan
preguntado a su hijo con toda la dulzura del mundo, lo que tiene
gran mérito vistas las circunstancias, todo esto no sirvió para
nada: no comprendieron la respuesta que les dio Jesús: "Pero ellos
no comprendieron la respuesta que les dio."
Se trata no obstante de la más santa de las familias: Jesús, María y
José. Pero da igual: los padres son incapaces de comprender
totalmente a su hijo! ¡El misterio sigue presente! ¿Por qué?
Simplemente porque en toda familia hay una imagen de la Santísima
Trinidad: sea una familia compuesta de un padre, una madre y uno o
muchos hijos, todas esas personas son llamadas a realizar entre
ellas, en la tierra, lo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
viven en el cielo desde toda la eternidad.
" Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús
progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres. "
¡He aquí una aventura que acaba bien! Pero, ¡qué riqueza de
enseñanza para todo el mundo! Primero para María: "Su madre
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón." Después
para José. De él nada se dice: el evangelista no nos narra lo que
pudo decir. Pero comprendió muy bien que todo eso era en primer
lugar para él. Pues José debió morir antes de que Jesús comenzara su
vida pública, y este suceso de Jesús, en pleno uso de razón y de
inteligencia, fue el único que le fue dado a José vivir aquí abajo,
en la espera de la redención prometida...
¡Que el misterio de la Santa Familia se convierta también, en cierta
medida, en el nuestro! Pidamos este favor y esta gracia durante la
Eucaristía de este día: ¡que por María merezcamos vivir un día lo
que José contempló una vez en la vida!
Fuente:
meynen.homily-service.net
|
|