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La familia, esperanza de la sociedad
Padre José María Martín, OSA
Lc
2, 41- 52
1. -
“No hay nación que tenga a sus dioses tan cercanos como Israel”,
dice la Escritura, y esto se cumple hasta lo inconcebible en Jesús,
Nuestro Dios y Señor, nacido de una madre, María, y educado de una
familia llena de cariño. ¿Hay algo más semejantes a nosotros? ¿Más
cercano?
Los problemas que hoy salpican con sus olas a nuestras familias no
perdonaron tampoco a la familia de Jesús.
+ Su patria era un país dominado por un ejército extranjero siempre
dispuesto a la dura represión cuando la creía necesaria.
+ El gobierno del propio país estaba en las manos de Herodes, hombre
injusto que no buscaba más que mantenerse en el poder.
+ El terrorismo estaba representado por los llamados Zelotes, que
asesinaban a las sombras de las estrechas calles de Jerusalén a los
que, arbitrariamente, habían sentenciado a muerte.
+ La religión estaba en poder de unas familias sacerdotales
ambiciosas, que habían vaciado de sentido la religión y el culto a
Dios, mercantilizándolo y reduciendo todo a meras formas externas.
2. - José no fue ni un pequeño empresario, ni siquiera un obrero
especializado como nos lo han representado los pintores clásicos.
Era más bien, quizá, un “manitas", pero sin trabajo fijo y que, por
lo tanto, no pocas veces estaría en el paro y sin subsidio. Podría
ser uno de esos que Jesús describía en la plaza pública esperando
que alguien los contratara. El Evangelio de hoy, nos describe a la
Sagrada Familia como una familia de emigrantes, que al fin tienen
que regresar a la propia patria, y por fin, empezar de nuevo. Hasta
en el seno de la familia hubo incomprensiones. José y María no
entendían a Jesús en su proceder, y nos consta de la regañina que
María, su madre, le echó en el templo:
--¿Por qué te has portado así con tu padre y conmigo?
Impresiona pensar que Jesús, la Sabiduría Divina, aprendiera de
María y de José:
De María, tal vez aquello de la alegría de la vecina que encuentra
la dramática pérdida y viene a contarlo a las amigas; o lo de que no
se debe poner un remiendo de paño a nuevo a un paño viejo porque los
destroza; o aquello, de que la luz hay que ponerla en alto para que
ilumine la habitación.
De José, campesino avezado a mirar al cielo y a la naturaleza,
aquello de las nubes que traen el agua; o lo de los brotes que
anuncian la primavera; o lo de los lirios adornados por el Padre
Dios; o aquello de los pajarillos a los que nunca le falta de comer;
o quizá, lo de la maldad del alacrán que hay que mantener lejos del
niño indefenso. Jesús como cada uno de nosotros, aprendió de sus
padres
3. -. ¿Qué mantuvo unida a una familia en medio de unos problemas
tan semejantes a los nuestros?
+ Una fe ciega en un Padre Dios, que nunca les regaló cesta de
Navidad ni juguetes de Reyes Magos, pero les mostró su camino y les
dio fuerza y alegría para hacerlo.
+ Un gran amor y un gran respeto mutuo, que es por parte de los
hijos reconocimiento agradecido a ese día de padre y madre que se
afana por ellos, y es por parte de los padres el tratar de hacer que
los hijos aprendan a volar antes de tiempo y se rompe una pata un
ala, que sepa tomar la propia responsabilidad sin echar la culpa a
los padres que no tienen ninguna.
Fuente:
betania.es
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