La paz junto a María, Madre de todos

Padre Ángel Gómez Escorial

 

Lc  2, 16-21

1. - La misa del primer día del Año Nuevo está dedicada a Santa María, Madre de Dios. También la fecha es Jornada de la Oración por la Paz. San Pablo alude a la venida del Hijo de Dios, nacido de mujer. María en el relato de San Lucas recibe el testimonio de alegría de los pastores según el mensaje de los ángeles y los medita en su corazón. A lo largo de toda su vida la Madre de Jesús repetirá esa observancia silenciosa de la realidad del Hijo de Dios. Es difícil -por no decir imposible- separar de la Redención, del paso del Cristo por la tierra, la figura y los sentimientos de María.

2. - Tiene un especial significado dedicar la primera celebración litúrgica del año a María. Tal vez ella nos mirará con indulgencia a esa gran mayoría de personas que, sin duda, llegaremos al templo sin haber dormido mucho y tras celebrar alegre y ruidosamente la llegada del nuevo año. No será María quien esté en contra de cualquier manifestación de sana y gran alegría. Aunque cada uno es libre para organizar su vida como quiera --diríamos como cristianos que lo único, no permisible, es el pecado-- parece más que pertinente dedicar tiempo a las celebraciones de estas fiestas. El nacimiento de Jesús nos llenaba de una alegría profunda, porque Jesús se había hecho presente en nuestras vidas. Y ahora queremos reiterarla al referirnos a las celebraciones del Año Nuevo. El viejo dicho teresiano de que "un santo triste es un triste santo", podría aplicarse a nosotros -rebajando, claro, la condición de santos, que no lo somos- y decir así que un cristiano triste es triste cristiano. No es el cristianismo una religión de tristes y atormentados. Es bueno aprovechar las ocasiones adecuadas para desbordar nuestra alegría en compañía de familiares y amigos.

3. - La otra parte de la celebración está dedicada a la paz. Y hace falta. No termina de llegar la paz a la tierra que vio nacer a Jesús. Un largo conflicto entre israelíes y palestinos permanece ahí pero con insuficientes perspectivas. El cristiano solo puede ser pacífico. Debe construir la paz. Ese mensaje está en las bienaventuranzas. Y es importante que este primer día del año 2007, dedicado a la Santísima Virgen, le pedimos a ella por la paz. Por una paz completa y total que recuerde a las profecías de Isaías. Eso no debe ser una utopía. Y sí una realidad posible. Recemos, hoy día 1, por la paz de todos. En el mundo, en las naciones, en las ciudades, en los barrios, en las familias. Los ángeles de la Nochebuena nos lo dijeron claramente: "... y paz a los hombres que ama el Señor".

Fuente: betania.es